Para Carlos Prieto, la música ha sido uno de los grandes amores de su vida, lo supo desde los cuatro años que comenzó a tomar clases de chelo, instrumento que ya lo había elegido desde antes de nacer y desde que conoció a “Chelo Prieto”, en 1979, no se han separado.
“Le voy a hablar de Chelo Prieto, Chelo Prieto no es ni mi esposa, ni mi hija, es el nombre con el que suele viajar conmigo mi violonchelo’’, aseguró el violonchelista, Carlos Prieto.
Además de la música, Carlos Prieto debía estudiar algo para asegurar su futuro, así que se decantó por ingeniería metalúrgica y economía en el afamado Instituto Tecnológico de Massachussets. Ahí no se desconectó del todo de las cuerdas de su chelo y se convirtió en primer chelista.
Su pasión ha ido más allá de la interpretación, ya que abonó para que el repertorio de orquesta incluyeran piezas para chelo, al tiempo que ánimo a compositores a crear más obras para el curvilíneo instrumento de sonidos potentes y nítidos.
Sonata para violonchelo
Fue así que en 1982, Blas Galindo compuso una sonata para violonchelo solo que se estrenó en la Sala Manuel M. Ponce. Años después, el mismo Galindo dio pauta a todo un concierto que en 1987 se estrenó en la sala principal del Palacio de Bellas Artes y después en otras salas alrededor del mundo.
En total, han sido 110 obras creadas en distintas partes del planeta, la más reciente fue compuesta por José Elizondo, para un dúo entre Carlos Prieto y Yo-yo ma.
Hombre de gran talento, pero sobre todo de disciplina, Carlos Prieto también se ha dedicado a otras bellas artes que le han valido sendos reconocimientos internacionales.
“Claro que he entrado no por mi calidad de músico sino porque además desde hace muchos años soy escritor’’, afirmó el célebre el violonchelista.
Con una vida llena de logros, el próximo 1 de enero celebrará sus 85 años.