
Tres lustros tuvieron que pasar para que el cineasta Jafar Panahi volviera a pisar una alfombra roja. Lo hizo en el Festival de Cannes con la cinta clandestina “Fue solo un accidente”.
Panahi, de 64 años, y una filmografía disidente como es el caso de “No bears” o “This is not a film”, sabe de lo que habla cuando aborda el tema de los presos políticos, ya que él lo vivió en carne propia en Teherán, al estar en la prisión de Evin durante siete meses.
Fueron tiempos oscuros en los que buscaba la luz con los ojos vendados durante más de ocho horas.
En esta ocasión, la cinta con la que compite en la selección oficial del festival francés, fue filmada en secreto, y en ella, Panahi propone a los espectadores reflexionar sobre el espíritu de venganza, ya que hay una delgada línea entre ser víctima o victimario.
Jafar Panahi’s IT WAS JUST A SIMPLE ACCIDENT is a stone-cold stunner revenge thriller, full of political anger and darkly funny — from a director who was jailed and banned from making films in Iran. Had men weeping and shouts of “Bravo.” Instant Palme frontrunner #Cannes2025 pic.twitter.com/HqqwENsnGL
— Jada Yuan (@jadabird) May 20, 2025
Emocionado, pero sin dejar de preocuparse en su regreso a Irán, Jafar Panahi aseguró que para él la vida es hacer películas y vale cada riesgo poder presentarlas en público, pues asegura que, frente a las peores condiciones, siempre se encuentran soluciones.
Con el paso de Jafar Panahi y de Julian Assange, el Festival de Cannes deja en claro que entre el glamour y reflectores, el cine sigue siendo un terreno político y de entendimiento.