El ritual católico que marca el inicio de la cuaresma, 40 días antes de la pasión de Cristo, los más ortodoxos hacen ayunos y oraciones litúrgicas con el rostro manchado con ceniza.
Las cenizas provienen de la “alma santa” que se incineró el domingo de ramos.
En su momento las iglesias se abarrotaban de religiosos y comerciantes para iniciar las celebraciones de pascua. La tradición era recibir una misa dentro de la iglesia y después dejar alguna moneda a los que pasaba por el diezmo para que al final de la misa recibieran su ceniza sobre el rostro.
Este año, el enorme manto que simula la Basílica de Guadalupe estaba cerrado, y el uso de cubrebocas se volvió requisito para entrar, la misa sonaba por los altavoces, pero el interior estaba vacío, el atrio tenía poca gente, pero en el centro había dos filas para poder entrar, a un pasillo de vallas de acero que daba frente al sacerdote que pone la ceniza. Esta vez no hay personas que pasen con una canastilla por el diezmo. Este año el padre terminó su sermón y slió al borde de las vallas metálicas, se plantó junto a su alcancía y los adultos, niños y jóvenes pasaban en perfecta fila depositaban una moneda y recibían una cucharadita de ceniza sobre su cabeza.
Los fieles se retiraron extrañados por el nuevo ritual que mutó con la pandemia y las medidas de seguridad, en otros lugares también se les vio a los curas entregando bolsitas de ceniza, o papelitos de ceniza para que los fieles se dibujes una cruz en el rostro.
A la salida un cura posaba con un ramo de rosas sobre un letrero que decía “Bendiciones” y la persona tenía que entrar en una fila de estructuras metálicas y de igual manera depositaba una moneda en una alcancía y el teólogo les lanzaba agua bendita.
Pequeñas tiendas adentro del recito ofrecían veladoras o imágenes para colocar a la virgen de Guadalupe, entre esas tiendas iba pasando una mujer mayor que cargaba un costal con artesanías y monederos hechos a mano, junto a ella iba una corpulenta señora de traje que la sacaba por vender uno de sus monederos a una turista. La salida de la señora también marcó el final de misa que repitió el ritual de la cucharita y la alcancía en este nuevo miércoles de ceniza.