El es Jospeh, tiene 15 años, vive en Tláhuac y hace seis meses descubrió la danza como una disciplina complementaria a sus estudios, que antes no tenía oportunidad de practicar.
“Pues no había salones ni nada como para distintas actividades artísticas como la danza o el canto”, dijo el bailarín.
Ahora está en la Escuela Para la Vida, un modelo de educación musical y dancística, puesto en marcha por la alcaldía Tláhuac, como parte de una estrategia de seguridad.
“Tratamos que desde la raíz podamos prevenir el delito, generar a jóvenes seguros de sí mismos, nuestra alcaldesa trae un slogan que dice: un artista más es un delincuente menor”, explicó el coordinador de proyectos de Tláhuac, Roberto Mendoza.
Entres maestros de música y danza, 26 docentes comparten sus conocimientos con menores de edad y jóvenes de 15 años, de lunes a viernes en horarios matutinos y vespertinos. Además, cuentan con variedad de instrumentos que están a disposición del alumnado que a la fecha suma alrededor de 300 estudiantes.
Todos y todas aprenden distintos géneros musicales y expresiones dancísticas: folclóricas, árabes, contemporáneas, y ritmos latinos. “El acogerlos nosotros como maestros y enfocarnos a algo que con nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestros pies con todo lo que utilizamos como bailarines podemos transmitir y cambiar esa forma de pensar en los infantes, es genial”, expresó la directora de danza, Ameyali Jiménez.
Ellas es Diana Silvana Fuentes, en algún momento de su infancia recibió como regalo un violín, la Escuela Para la Vida le permitió retomar la idea con beneficios que ella misma recibe. Este proceso artístico permite canalizar emociones, un auxiliar fundamental para superar momentos difíciles.
“Se siente como que te eleva el autoestima, se siente muy bonito después de tocar instrumentos”, comentó la joven.
A unos metros del Bosque de Tláhuac este espacio tiene capacidad para 500 alumnos y alumnas y aspira a generar personas que puedan tener mayores posibilidades en su futuro.