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Proyecto textil de tejedor tzotzil ha llegado hasta Nueva York

El proyecto Kuxul Pok' aglomera el trabajo de 200 artesanas y artesanos, provenientes de siete municipios de Los Altos de Chiapas.

Para soñar no basta con cerrar los ojos, sino se precisa ponerse en acción. Alberto López Gómez lo tiene presente como un modo de vida. Y es que soñar ha sido uno de los ejes de las comunidades indígenas de la región de Los Altos chiapanecos, pero ha sido en la acción que han encontrado un camino para hacerlos realidad.

Tejer prendas vivas

Alberto es un joven tzotzil de 33 años. Diseñador y tejedor de oficio, también es campesino. Es originario del paraje Juxtón, municipio de Magdalena Aldama, en Chiapas. Le gusta platicar sobre él, pero siempre encuentra un momento en la conversación para hablar desde la comunidad, del nosotros y nosotras.

Algunos lo han llamado el tejedor de sueños, pero para el joven tzotzil si se tejen los sueños, hay que tejer los pueblos. Y ese es uno de los ejes que sobresalen en su proyecto textil llamado Kuxul Pok’.

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Este proyecto tiene 10 años de vida, pero ha cruzado océanos y ha llegado a lugares muy lejanos. En el año 2020, Alberto fue invitado para que sus creaciones y las creaciones de sus compañeras desfilaran en el Fashion Week de Nueva York. Recientemente estuvieron en la Universidad de Harvard, también en Los Ángeles, Europa, Canadá y en otras partes de México.

Kuxul Pok’ es una palabra tsotsil y significa ‘Prenda Viva’. Alberto explicó que las prendas adquieren vida una vez que se portan, porque en cada una de ellas hay un pedazo de historia de quienes las tejen, “las prendas están vivas, en el tejido va la historia de las compañeras que se plasma ahí”, dijo al medio.  

El camino para el proyecto y para Alberto no ha sido fácil, dado que prevalecen los roles tradicionales de género en las comunidades, por lo que son las mujeres quienes tienden a dedicarse al tejido y los textiles. Cuando Alberto descubrió su atracción a este oficio, temía ser rechazado, pero la sorpresa fue otra al confesarle a su madre las ganas de querer aprenderlo:

“mi madre me enseñó a tejer, le dije que quería aprender otros trabajos, otras habilidades, no solamente del campo. Entonces me ha costado mucho trabajo, pero veo que los jóvenes están aprendiendo. Esa es mi meta: que los hombres y jóvenes aprendan este trabajo”, señaló a Once Noticias.

Y es que los hombres se dedican mayoritariamente a la siembra y al campo. Alberto lo aprendió desde pequeño, luego fue un oficio al que tuvo que dedicarse para apoyar la economía de su hogar. No obstante, su sueño fue tejer.

Tejer la memoria de los pueblos

Su madre, tejedora de vida, le enseñó el tejido tradicional con el telar de cintura, bajo la sombra de un ocote, una técnica ancestral que ha tenido pocos cambios desde la época prehispánica.

Para Alberto cada prenda tiene un significado específico, también cada iconografía y símbolo que lo acompaña, ya que en ellas se aglomeran las historias de cada pueblo y la memoria de sus antepasados.

“Nosotros como pueblos indígenas representamos las estrellas, el universo, los 4 puntos cardinales, la serpiente. Los plasmamos en cada huipil. Sabemos que los antepasados nos han dejado eso. Es importante trabajar, rescatar y explicar de dónde somos”, expresó.

El huipil es una prenda muy importante en la región. Su origen es maya. Para Alberto, los huipiles son prendas muy importantes porque en ellos se expresa y se representa el conocimiento de cada pueblo indígena: sus colores, los brocados y los más importante, la representación del universo.

Cada huipil tiene implícito un valor único que radica en el tiempo que invierten en tejerlo, teñirlo y brocarlo, “cada pieza lleva tres o cuatro meses. En un huipil tradicional se llevan 6 ó 7 meses trabajando 8 horas diarias”, subraya Alberto.

Tejer para alzar la voz

Alberto señala que para los pueblos indígenas los textiles son una actividad de gran importancia porque son un medio para expresar la identidad cultural, sus conocimientos y voz. Dijo que cada huipil y cada traje tradicional que realizan en Kuxul Pok’, los y las representa.

El diseñador y tejedor enfatizó que es fundamental que las comunidades y pueblos indígenas sean escuchados:

“hay que trabajar y unir la voz de los pueblos indígenas. Reconocer y respetar nuestros derechos, que nuestros pueblos conozcan sus derechos de participación. A veces las compañeras no saben español y no conocen sus derechos, por eso voy a trabajar con ellas, porque para mí es un placer apoyarlas. Hay que levantar su voz. Hay que luchar, levantar la voz y unirla”, finalizó.

Kuxul Pok’ se encuentra en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, y este proyecto aglomera el trabajo de alrededor de 200 artesanas y artesanos, originarios de siete municipios de Los Altos de Chiapas.

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