Cultura

Sudáfrica en duelo por la pérdida de su emblemática biblioteca en El Cabo

No era una biblioteca cualquiera. La elegante sala de lectura de la Universidad del Cabo, destruida por un incendio fugaz y aterrador, inspiró, instruyó e hizo soñar a miles de estudiantes e investigadores con su colección única de documentos africanos.

Las imágenes de las llamas naranja vivo el domingo por la noche, devorando el edificio neoclásico de inmensas columnas de piedra, dieron la vuelta al continente y enlutaron a muchos intelectuales africanos y más allá, para quienes la biblioteca era una referencia, casi un lugar de culto.

 

Dolorido, el corazón roto. Mirar las fotos de la biblioteca en llamas me pone la piel de gallina. Mi cerebro fue moldeado en esta institución”, escribe el geógrafo sudfricano Paballo Chauke, también diplomado de Oxford, en Twitter.

“En 2002, tuve la oportunidad de estudiar allí un año y eso marcó el devenir de mi vida”, tuiteó la antropóloga basada en Londres Marissa Mika, que manifiesta su “dolor por todo lo que se ha perdido”.

Otros lloran este lugar que contenía “los libros más antiguos y más raros sobre África”.

 

Nuestra colección de estudios africanos perdida en el fuego nunca podrá reemplazarse”, constata sobriamente el departamento DKIS de la prestigiosa universidad, programa de tercer ciclo para futuros bibliotecarios o gestores de datos.

La sala de lectura Jagger, con sus altísimos techos, construida en los años 1930, fue totalmente destruida por el incendio que se propagó por las colinas que rodean la Universidad.

Pero algunos espacios de la biblioteca, que contienen los documentos más valiosos, podrían estar protegidos por el cierre automático de las paredes antifuego, explicó la ciudad el domingo. El inventario, iniciado el martes, sigue en curso.

Contenía una colección única de documentos sobre África. Más de 85.000 libros y panfletos, unas 3.500 películas africanas, documentos valiosos sobre la historia precolonial de Sudáfrica y archivos gubernamentales más recientes, según la dirección de la Universidad del Cabo (UCT). 

 

La biblioteca es el corazón de la universidad. Es la misma universidad”, explicó a la AFP Divine Fuh, director del Instituto de Ciencias Humanas.

“Cuando ves este lugar arder, te mueres”, agrega el antropólogo.

“Vivimos en un mundo donde el saber africano fue desvalorizado durante años, siglos… Darle valor en un espacio donde la gente puede realmente implicarse, es muy fuerte simbólicamente”, explica.

La biblioteca alberga historia pero estaba íntimamente involucrada en ella. June Bam-Hutchison, quien dirige la unidad de los pueblos Khoi y San, primeros habitantes de Sudáfrica, en el seno del departamento de estudios africanos, recuerda haber tenido que solicitar una autorización especial, bajo el régimen racista del apartheid, para consultar algunos documentos.

 

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