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Con lágrimas, Roger Federer pone punto final a su carrera

Federer disputó el último encuentro de su carrera a los 41 años de edad.

El tenista suizo Roger Federer puso punto final a su brillantísima carrera con una derrota en el dobles de la Laver Cup, haciendo pareja junto al español Rafael Nadal, ante los estadounidenses Jack Sock y Frances Tiafoe por 4-6, 7-6 (7/2) y 11-9.

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Federer tuvo un servicio en el ‘super tie break’ para haberse despedido con una victoria, pero lo más importante era el homenaje al tenista de 41 años y 20 títulos del Grand Slam, que se emocionó cuando acabó el partido.

Quizá la despedida no fue la soñada por Federer y su gran amigo Nadal, que en el circuito se conocen con el acrónimo ‘Fedal’, al no haberse despedido con la victoria, pero pese a no ser una competición oficial, Sock y Tiafoe lucharon por la victoria para colocar el empate 2-2 en este torneo en el que se enfrentan un equipo de Europa y otro del Resto del Mundo.

A las lágrimas de Federer tras el partido se unieron las de Nadal, las de los 17,000 espectadores que llenaron el O2 Arena de Londres y las de todos los aficionados al tenis, que ven como este sábado ya (el partido acabó pasada la medianoche londinense), se cierra un capítulo de la historia del tenis con la retirada de uno de los mejores jugadores que ha empuñado nunca una raqueta.

“Perfecto”, según Nadal

“Tiene un servicio perfecto, una volea perfecta, una derecha más que perfecta, un revés perfecto (a una mano); es muy rápido, todo en él es perfecto”, resume Nadal.

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Fuera de las pistas, el suizo es también una especie de yerno ideal: enamorado desde hace más de dos décadas de la misma mujer, Mirka Vavrinec, una antigua jugadora de tenis de origen eslovaco que conoció durante los Juegos de Sídney-2000, padre entregado a sus cuatro hijos (dos gemelas y dos gemelos), comprometido con causas caritativas, sobre todo en Sudáfrica, el país originario de su madre, el respeto y la consideración al amigo del golfista Tiger Woods es casi unánime.

Incluso entre aquellos a los que martirizó en las canchas. “Me hubiese gustado odiarte, pero eres demasiado simpático”, le espetó Andy Roddick tras perder con el suizo una final de Wimbledon.

Federer siempre le ha gustado “dar la imagen de alguien de bien”, al punto de cuidar su comunicación durante las interminables sesiones de entrevistas que ha acordado durante su carrera en las cuatro lenguas que habla (suizo, alemán, inglés y francés).

Su palmarés es gigantesco. A los 20 títulos de Grand Slam hay que añadir seis Masters (récord), una Copa Davis, una medalla de oro olímpica (en dobles junto a Stan Wawrinka), siendo el oro en individuales el único gran trofeo que le falta. En total ganó 103 torneos ATP y pasó 310 semanas en el número 1, un récord que Djokovic llevó después a las 373 semanas.

Cierto es que rápidamente descubrieron el talento en un niño nacido en Basilea en 1981, pero ese “diamante en bruto por pulir”, según sus propias palabras, tuvo que reprimir un carácter rebelde e impetuoso que le llevaba a romper la raqueta cuando las cosas no le salían como deseaba.

Madurez tardía

Por esa razón tuvo que esperar a su sexto año como profesional para levantar su primer gran trofeo, el de Wimbledon en 2003, con casi 23 años.

Ese fue el inicio de un festín de títulos de Grand Slam: once de 16 posibles entre 2004 a 2007. Sus rivales entonces, con Lleyton Hewitt y Andy Roddick en cabeza, quedaron aplastados.

Solo la irrupción de nuevos jugadores como Nadal y Djokovic cambió esa dinámica, aunque Federer continuó ganando y la leyenda se fue construyendo con partidos épicos, como las dos finales de Wimbledon de 2007 (ganada) y 2008 (perdida) contra el español.

Aunque algunos vieron el principio del fin en 2011, Federer se marcó un regreso extraordinario en 2017 y 2018, añadiendo otros tres títulos a su colección de Grand Slam para acabar con ocho Wimbledon, seis Abiertos de Australia, cinco US Open y un Roland-Garros.

Con un físico aparentemente ordinario (1.85 m), pero dotado de una velocidad y una resistencia excepcionales, tuvo la ventaja de no lesionarse prácticamente nunca hasta que superó los 35 años, cuando se sometió a una primera operación de rodilla en 2016, después de haberse hecho daño… dando un baño a sus hijas.

Con una inagotable sed de victorias, se aceró a los récords de longevidad (su último Grand Slam, en Australia, le convirtió en el segundo tenista de más edad en ganar un grande por detrás de Ken Rosewall), cuando su maltrecha rodilla le ha obligado a poner punto final a su fabulosa epopeya a sus 41 años y con más de 1,500 partidos disputados a lo largo de 24 años de carrera.

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