Economía

La peluquería formal y su transformación a Barber Shop

En la colonia Nueva Santa María, en la CDMX, una barbería tiene más de 70 años funcionando y ha pasado de generación en generación. Su encargado es el señor Mario Gutiérrez, con 30 años de experiencia en el oficio de peluquería formal.

 

Yo tenía 15 años cuando me obligaron a trabajar en La Peluquería Regis que fundó mi papá. Así pude sustentar mis estudios. Regresé al oficio tras mi jubilación como docente. Poco a poco se fue haciendo más intermitente y ahora me encargo de administrar las estéticas peluquerías y la creación de nuevos negocios”, apuntó el profesional.

 

La clientela poco a poco fue llegando. Los encargados de la tijera y la navaja en la peluquería son Israel, Michel y David. Uno cortaba el cabello meticulosamente con una navaja, Michel pintaba el cabello de dos clientes y David esperaba la llegada de algún despeinado. 

 

Los cambios más notorios en la peluquería fueron primero que nada las herramientas. Antes eran manuales y eran las mismas con las que se trasquilaba a las ovejas para sacarles la lana. Hoy los barberos, estilistas y peluqueros no conocen las máquinas de mano que obviamente se inventaron cuando no había energía eléctrica para trabajar en este medio”, aseguró el peluquero.

 

Dentro de un cajón guarda lo que para él son sus tesoros: varias máquinas de mano con las que cortaba el cabello como si fueran tijeras, rastrillos de pesado metal y navajas de mano con mango de hueso que también son de la marca Regis.  La gente se acerca y pregunta por la promoción que tiene en la puerta.

 

Es muy caro abrir una peluquería, se necesita mucha inversión para sostener estos lugares. Hoy se le cambian los nombres y se dice barberos a los peluqueros. Sin embargo, la pandemia nos comió. Tenía tres peluqueras y dos estéticas y tuve que cerrar dos negocios. Esto fue lo último que construí y lo quiero mantener lo más que pueda”, comentó Mario.

 

Junto a la peluquería Regis, una de las cortinas que antes tenía un local de comida está cerrada. Las calles se ven vacías; las únicas personas están en fila del banco que está junto a su local. El quiebre de las pequeñas y medianas empresas fue un golpe fundamental en la economía popular, ya que los costos de los productos y los traslados para conseguirlos también aumentaron.

 

Yo aprendí con la práctica, porque antes no había escuelas como hoy. Viendo y trabajando con mi padre le agarré cariño y disciplina porque fui buen peluquero. Se vuelve una forma de vivir. Los clientes se vuelven tus amigos y más allá de la peluquería te ves para saludar y platicar”.

 

La peluquería hoy es una profesión de moda y eso la condiciona a procesos cíclicos. Lo que hoy se usa tal vez se usó 30 o 40 años atrás. Cambian las herramientas y algunas técnicas, pero siempre se regresa a una base”, comentó el peluquero.

 

Mario comentó que las peluquerías son espacios para que las personas puedan exaltar su belleza y sentirse seguros y a gusto con su apariencia, un trabajo que señala como esencial, ya que son ellos quienes mantienen la higiene de sus vecinos del barrio. 

 

Sostener una peluquería cuesta mucho y desde marzo del año pasado fuimos obligados a cerrar y mantener un local. Eso agotó mis recursos y se vendieron dos negocios. Volver a crecer es lo que cuesta, pero ahí vamos. Afortunadamente (cuento) con un buen equipo que sí tiene ganas de crecer”, concluyó Mario.

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