Los afiladores, trabajadores de un oficio tan antiguo como los mismos cuchillos. De acuerdo con fuentes de la historia, los trabajadores del metal y las chispas aparecen desde la Edad Media con personas dedicadas al mantenimiento de las armas y algunas herramientas domésticas.
En el siglo XIX el oficio se volvió ambulante y tomó las calles con el peculiar sonido de la flauta que sube y baja su escala musical para anunciar su presencia. Dentro de poco la gran roca tomó la forma de una rueda y fue más fácil transportarla. Algunos muestran los orígenes de este oficio como necesidad humana desde la prehistoria cuando el hombre chocaba dos piedras para afilarlas.
En Mesoamérica durante los grandes gobiernos prehispánicos se elaboraron complejas armas con obsidiana, una piedra con mayor filo que varios metales, aunque más quebradiza. El macahutl, es una espada de madera con incrustaciones de obsidiana y el tepoztli, y es lo más parecido a un hacha de hoy en día. Éstos son ejemplos del delicado trabajo de los artesanos y fabricantes de estas armas, que también eran comerciantes de sus trabajos con los minerales y las maderas.
Sin embargo, fue en el siglo XX cuando América ya había sido más que conquistada, cuando los trabajadores de lo punzocortante se montaron en sus bicicletas llevando y trayendo una piedra esmeril que con el tiempo se acoplaron a un sistema de engranes para echarla a andar con los pedales de la misma bici. Los filos de cuchillos, tijeras y cualquier otra cosa se pasean de lado a lado sobre la rueda piedra que gira y gira con la precisión y la delicadeza que el oficio necesita.
El oficio es primordial, ya que todos los hogares necesitan de objetos que puedan cortar con exactitud y facilidad, sin el peligro de salir lastimado por luchar con el filo de algún cuchillo o tijera.
El sonido de la flauta de los afiladores que recorren México fue reconocido y resguardado en la Fonoteca Nacional de México por su valor cultural; sin embargo, las calles extrañan su silbar porque han caído en el silencio de la persecución a los trabajos ambulantes. Los vecinos del barrio ya no escuchan el contacto de los dos minerales que provocaba chispas.
Los años 90 y neoliberalismo también dieron pie al final de muchos oficios. El inicio de los productos desechables, ha ido marcando el fin de varios trabajos y economías completas. La durabilidad y costos de los productos expulsó a los oficios, que ahora, solo se preservan en archivos de sonido o fotográficos.
El afilador poco a poco se pierde en el olvido de las nuevas generaciones que desconocen su existencia; en muchos casos, los utensilios de comida fueron superados por aplicaciones de comida a domicilio con cubiertos de plásticos y platos desechables.