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La educación y cultura, herramientas para combatir racismo y discriminación: Unesco y Fundación Ford

De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda de 2020, del INEGI, en México, entre los grupos más afectados y con mayores desventajas sociales se encuentran las mujeres, indígenas y afrodescendientes.

Las distintas formas de discriminación suelen atravesar a la mayoría de las personas, sin embargo, hay grupos que históricamente han concentrado esas conductas, de forma sistemática y constante, como los pueblos indígenas y afrodescendientes.

En nuestro país, estas problemáticas están arraigadas como prácticas socioculturales, institucionales y políticas. Son como una serie de heridas que han dejado marcas y que, al volver a ellas, se devela que la construcción de la memoria de estos grupos ha sido sobre un terreno de violencia y rechazo.

¿Cuál ha sido su efecto? Han propiciado una serie de desigualdades que, cuando se miden en las encuestas, se manifiesta en que son estas poblaciones quienes no tienen acceso a servicios, a instituciones, a trabajos, a educación o salarios dignos; en suma, a derechos fundamentales.

De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda de 2020, del INEGI, en México, entre los grupos más afectados y con mayores desventajas sociales se encuentran las mujeres, indígenas y afrodescendientes.

En el caso de las mujeres indígenas, de acuerdo con la medición de pobreza multidimensional, el género y la etnia son algunas de las categorías que permiten identificar qué mujeres hablantes de lenguas indígenas son mayormente afectadas por la pobreza.

Cerca de 8 de cada 10 mujeres indígenas, 83%, que habitan en zonas rurales están en situación de pobreza, y 43%, es decir, casi 4 de cada 10 mujeres indígenas en zonas rurales están en pobreza extrema. En comparación, por ejemplo, con hombres no hablantes de lenguas indígenas que habitan en zonas urbanas sólo 5.5% están situación de pobreza extrema.

Este grupo es quien recibe menos atención prenatal y en general, tienen menor acceso a servicios para salud sexual y reproductiva. De acuerdo con Coneval, el porcentaje de mujeres indígenas que no recibieron atención prenatal, hasta el año 2020, fue del doble con respecto a las mujeres no indígenas: 5.5% de mujeres indígenas y 2.5% mujeres no hablantes de lenguas indígenas.

Con respecto a la población afromexicana, es reciente el reconocimiento de la tercera raíz. De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda (INEGI, 2020), 2.04% se reconocen personas afromexicanas, negras o afrodescendientes; lo que equivale a 2 millones 576 mil 213 personas.

Los datos señalan que las mujeres afromexicanas concentran altos índices de analfabetismo y escolaridad, aunque también menor acceso a generar un ingreso, porque tiene bajos índices de actividad económica con respecto a hombres afrodescendientes, de acuerdo con la Colectiva de mujeres afromexicanas en movimiento (MUAFRO) y el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir (ILSB).

A este panorama se suman las percepciones sociales. Según datos de la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS, 2017), 20.2% de los 84 millones de mexicanos de entre 18 y más años, se ha sentido discriminada por algún motivo.

Y hasta 2017, la población indígena percibía que las principales problemáticas a las que se enfrentaron fue a la falta de empleo (20.9%), falta de recursos económicos (16.1%) y la discriminación por su apariencia o lengua (14.6%).

Entonces, ¿qué factores explican que no existan garantías para esos derechos y no haya herramientas de acceso? El color de la piel, la identidad de género, la clase, el origen y otras opresiones que se acumulan y advierten la magnitud de una problemática que va desde a la negación de principios básicos y que pueden llegar a la instigación del odio étnico y racial.

En el marco del Foro Global de la Unesco para combatir el racismo y la discriminación, Once Noticias conversó con Gabriela Ramos, subdirectora general de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO, y con Darren Walker, presidente de la Fundación Ford, para conversar sobre este foro, que se lleva por primera vez en nuestro país, y que busca generar una agenda global para atender estas problemáticas que se exacerba en los países del sur global y se enmarcan en el contexto de la recuperación del COVID-19.

Educación y cultura, herramientas de cambio

Para Gabriela Ramos, subdirectora general de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO, este foro, que se llevó en el Complejo Cultural Los Pinos, confirmó que luchar contra el racismo y la discriminación es una prioridad, porque se trata de posicionar una agenda internacional.

Lo principal es llegar a la raíz, reflexionó.

 “No sólo es lo institucional o legislativo, porque hay países que por ley discriminan, sino cómo cambiamos las mentalidades. No sólo es el Foro, es posicionar la lucha contra el racismo y la discriminación en la agenda internacional de una manera mucho más sólida y que va a continuar, porque vamos a tener un documento de resultados que se llevará a la mesa de los países miembros de la Unesco, para tomar las recomendaciones y seguirlas construyendo”.

Como representante de la Unesco, Ramos señala que los ejes principales del organismo son la cultura y educación. Ella, de manera personal, afianza esos ejes, porque considera que son una vía que puede combatir la discriminación y el racismo, ¿y cómo puede lograrse? A través de construir sociedades inclusivas.

“Tiene que ver con la construcción de sociedades inclusivas y pacíficas. Si tenemos desconocimiento, maltrato y negación de la dignidad de ciertos grupos, no puede haber sociedad inclusiva. Tenemos un mundo siendo afectado por la desinformación, los discursos de odio, las ideologías que magnifican la desencialización del otro, la deshumanización de los migrantes, de afrodescendientes y pueblos indígenas. Entonces es parte de la responsabilidad, de la promoción científica, social y humanista de la Unesco, hablar de esos temas; no sólo hablar, sino proponer políticas para avanzar”.

En ese tenor, uno de las organizaciones que participó en la organización del Foro fue la Fundación Ford. Su presidente, Darren Walker, señaló a Once Noticias que la lucha contra el racismo y la discriminación no es algo que competa a un país, sino que ya forma parte de un objetivo global.

 “El racismo es un flagelo que perpetúa la desigualdad en nuestras sociedades y crea divisiones entre nosotros cuando, finalmente, tenemos una humanidad compartida”.

En su caso, dijo que la fundación se ha destacado por colaborar y apoyar movimientos antirracistas en todo el mundo, desde la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos al movimiento contra el apartheid en Sudáfrica, también, hasta la lucha contra la discriminación en América Latina, con poblaciones indígenas y afrodescendientes.

Darren Walker dijo que uno de los caminos para hacer frente a este combate es la educación y el arte, dado que son armas poderosas y de cambio. El presidente de la Fundación considera que eso fue lo que impulsó el lanzamiento de la Red de Escritores y Escritoras contra el Racismo, un proyecto realizado en colaboración con la Unesco.

El objetivo de la Red, presentado durante el Foro, es reunir a novelistas, poetas y ensayistas de todo el mundo que han publicado trabajos relacionados al racismo y la discriminación. El presidente de Ford señala que a todas las personas que participan en el proyecto les une su profundo compromiso para acabar con el racismo.

 “El arte puede emocionarnos de maneras poderosas y movernos a actuar hacia la justicia social. Los artistas son los valientes narradores de historias de nuestro tiempo, los que sostienen un espejo ante la humanidad para mostrarnos quiénes somos y hacia dónde nos queda ir”, enfatizó.

Frente a un panorama en el que han crecido desigualdades y discriminación, ¿qué hacer?

Existe una creciente preocupación frente al hecho de que hay jóvenes que se han visto atraídos por discursos que promueven el odio y pueden llegar a ser discriminatorios.

En el caso de México, de forma particular, llamó la atención el concierto clandestino neonazi que reunió a 300 personas, de acuerdo con el diario El País, así como la reunión de líderes radicales ultraconservadores en donde figuraban muchos rostros jóvenes.

Al respecto, Gabriela Ramos señaló que es un escenario preocupante, “de ahí la importancia de la Unesco”, dijo.

La experta agregó que esas expresiones parecen magnificarse, “y no sólo es una cuestión de cofradías, que están promoviendo narrativas discriminatorias e incluso muy violentas. También son gobiernos que resultan de procesos democráticos, pero son extremos”, y ejemplificó con algunos países de Europa.

La subdirectora enfatizó a Once Noticias que una vía para atacar esta problemática es por medio de la ley, pero, por otro lado, recordó el contexto del impacto de la pandemia por COVID-19, por lo que consideró que se deben atender las desigualdades.

Externó su preocupación con respecto a la concentración del ingreso en un porcentaje menor de la población, mientras que una mayoría perdió sus trabajos y sus futuros son inciertos.

Hasta en el año 2021, el Laboratorio de las Desigualdades Mundiales, señaló que 10% de la población acumula 76% de la riqueza global, mientras que la mitad más pobre de la población sólo posee 2%.

En América Latina y el Caribe, 20% de la población concentraba 83% de la riqueza. El contraste se da en el aumento de la pobreza. Antes de la pandemia, de acuerdo a la Cepal, había 66 millones de personas, es decir 10.7% que vivía en pobreza extrema.

A finales del año pasado, un informe de Credit Suisse destacó que la riqueza en el mundo creció 9.8% en 2021, pero se concentró en pocas manos, principalmente en Estados Unidos y China. Es decir, 1% de la población concentraba el 45.6% de la riqueza mundial.

 “El impacto del Covid-19 fue muy desigual. Hay muchas personas que no tienen certidumbre sobre sus futuros, tenemos una desigual concentración del ingreso, mientras tienes billonarios, que salieron de la vacuna, tienes a millones que perdieron sus trabajos. En América Latina tienes concentraciones de 50% o 60% del PIB en el 10% o 20% del ingreso más alto. Así no vamos a tener sociedades tolerantes y amorosas”.

Agregó que se deben generar mayores oportunidades, tener economías más inclusivas, una distribución del ingreso justa “y tenemos que asegurarnos que no haya esa concentración de ingresos en un sector”.

Además, resaltó la importancia de generar datos, una tarea que deben alcanzar países como México, tal como también expreso Eduardo Jaramillo, director general para la Organización de las Naciones Unidas Secretaría de Relaciones Exteriores de México, en su discurso de la clausura en el Foro.

Para Gabriela, en el caso de México, dijo que instituciones como Copred y Conpred, así como INEGI, son fundamentales en la captura de encuestas para generar información, pero que aún hay una tarea de larga data para hacer que esos datos sean mucho más finos, es decir, “se tendrían que estandarizar, para tener datos comparados y trayectorias, y así tener datos no sólo sobre la autoadscripción, sino mucho más finos”.

Y es que el objetivo es conocer y entrecruzar los datos que puedan aportar información sobre dinámicas económicas, sociales, para conocer cómo viven las poblaciones “y así hacer intervenciones mucho más poderosas”, relató.

En el caso de Unesco dijo que están construyendo un algoritmo para identificar, en medios de comunicación, incidentes que reportan casos de discriminación y racismo, a nivel mundial.

Además, sostuvo que buscan conocer sobre la impunidad para atender estos casos, ya que lamentó que muchas veces las personas no acceden a justicia porque los sistemas judiciales no tienen la capacidad o los procesos de formación, y las cortes son sesgadas, “como ha pasado en Estados Unidos”, lamentó.

Gabriela dijo que es partidaria de que se hagan políticas públicas, pero criticó que no pueden crearse sólo de la mano de los gobiernos sino como un trabajo conjunto con la sociedad civil.

En ese mismo eje, Darren Walker consideró que todos los actores deben crear alianzas y esfuerzos, para encaminarse a la justicia social.

 “Algunos de los momentos más definitorios de la historia mundial se han desarrollado como resultado de los esfuerzos de colaboración, que incluyeron apoyo filantrópico, sociedad civil, investigadores, el sector privado y funcionarios gubernamentales, para trabajar en conjunto. Sabemos que el cambio social no es algo que ocurre solo, o que la filantropía no funciona sin alianzas sólidas”.

Involucrarse en la lucha contra el racismo

Entre esas alianzas, dijo Gabriela, también compete a la población involucrarse, porque es también una cuestión individual y de los distintos grupos que conforman nuestra sociedad. La subdirectora general de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO dijo que las universidades del país, empresas y gobiernos locales también deben unirse a las acciones afirmativas y a generar mecanismos, pero cambiar mentalidades.

 “El racismo es un tema enorme, tan individual, sistémico e institucional. Hay que reconocer que el racismo existe, la discriminación existe y que si se puede hacer algo”, concluyó.

La Unesco lanzó una campaña en redes, en donde las personas se pueden sumar a esas acciones afirmativas con el #yosoyantirracista, el objetivo es que puedan reconocer prácticas cotidianas racistas, para trabajar en acciones para denunciarla y erradicarla.

Puedes consultar la campaña de Unesco a través de https://www.unesco.org/es/articles/soyantiracista-y-tu-unete-nuestra-campana-en-redes-sociales

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