En Centroamérica, comunidades de cinco países no sólo lloran a 38 muertos que dejó “Iota” a su paso, enfrentan también un doloroso recuento de daños agravado por el futuro incierto.
Muchos lo perdieron todo, hasta los cimientos de sus casas.
Esta es mi casa, no tengo nada, sólo los postes están, no tenemos ni un vaso para tomar agua. Esta era la cocina, y esta era la casa, los cuartos con la casa aquí”, comentó Jahaira Pinoc, damnificada en Bilwi, Nicaragua.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) reporta más de 4 millones y medio de personas afectadas, entre ellas, casi 2 millones de niños y niñas.
Nicaragua es la nación más dañada por deslaves y desbordamiento de ríos.