El mundo católico celebró el Viernes Santo con procesiones coloridas, de autocastigo, en silencio, devoción y hasta restricciones políticas; y es que, se trata del día de la semana más relevante para dicha religión, con más de dos mil años de antigüedad.
El dolor por la guerra y la violencia en el mundo marcó este viernes el Viacrucis en el Coliseo de Roma, en el que por primera vez no participó el papa Francisco debido al frío, pues estuvo hospitalizado la semana pasada por una bronquitis.
Entre los momentos más conmovedores y emblemáticos fue el pedido de paz de dos jóvenes, uno de Ucrania y otro de Rusia, quienes describieron en la décima estación el dolor de la guerra, la pérdida de un hermano, la separación de la familia.
“Soy un joven ruso. Al decirlo experimento casi un sentimiento de culpa, pero al mismo tiempo no entiendo por qué y me siento doblemente mal. Despojado de la felicidad y de los sueños para el futuro”, confesó uno de ellos.
Para recordar la muerte de Jesús, en Jerusalén la procesión fue encabezada por misioneras de África, con una multitud reunida en la llamada Vía Dolorosa. La grey de Jesús se mantiene apartada hasta ahora del conflicto palestino-israelí.
En Nicaragua conmemoraron el Viacrucis en los jardines de los templos y no en las calles, en medio de tensiones entre el gobierno del presidente Daniel Ortega y la Curia.
“En todas nuestras parroquias, unas celebrarán el Viacrucis alrededor de los templos o la manzana, otras lo harán internamente”, dijo Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua, Nicaragua.
Apartados de la ortodoxia católica en las celebraciones, comunidades en Filipinas repitieron el ritual anual del autoflagelo como vía para expiar sus pecados.
“Este es mi voto a Dios de hacerlo hasta que pueda, mientras mi cuerpo esté en buenas condiciones”, comentó Rubén Enaje, crucificado voluntario.
En España las conmemoraciones y representaciones se dan al por mayor, aunque una de las más significativas es la procesión al amanecer en Sevilla, que congrega en sus calles a miles de fieles católicos.
Por otro lado, más de siete mil peregrinos participaron en la procesión centenaria en el este de Indonesia, a bordo de botes y lanchas.