Las multitudes, fenómeno social cotidiano en las grandes urbes, en sitios turísticos, lugares de esparcimiento, centros de espectáculo y más, están hoy ausente en la vida de la gran mayoría de los habitantes de este planeta.
Consecuencia directa de las restricciones a la movilidad en el mundo para reducir los contagios, la pandemia de Covid-19 ha traído consigo el fin de las concentraciones de personas.
El roce social está apagado. Ni siquiera hay mucho espacio para el flirteo, para el diálogo cara a cara, principio básico de la sociedad, acentuado cada vez más hasta que apareció el Sars Cov-2.
En un mundo donde dos tercios de la población viven en ciudades, casi todo es por vía remota.
Carlos Valle, aficionado extremo de los industriales de La Habana, uno de los dos equipos de béisbol de la capital cubana, añora su asiento en el Estado Latinoamericano.
Ahora tenemos que resignarnos, y verlos por la televisión, pero no es igual porque yo ahora puedo sentarme y debatir con mi hijo, pero no es igual. No es igual. Ahí en el Latino se goza, se sufre, y eso es lo máximo”, comentó Carlos Valle.
¿Estamos acaso ante el ocaso de un modelo que ha privilegiado la concentración de personas?
Yo no creo que estemos asistiendo al fin de las multitudes, yo más bien creo que vamos a tener que reinventarnos. No es la primera pandemia, es la segunda pandemia en el siglo XXI. México ya había vivido, el mundo ya había vivido la influenza AH1N1 en 2009. Claro, el confinamiento no fue tan prolongado. La enfermedad no fue tan contagiosa como el Covid-19”, señaló Cristina Rosas, investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Internacionalista, socióloga y politóloga, la doctora Cristina Rosas asegura que el mundo volverá a su estado previo a esta pandemia.
Aunque es impredecible saber cuándo, advierte que el cambio en los patrones de conducta de las personas será aún más prolongado.
Yo creo que este miedo a salir, esta agorafobia que nos ha generado la pandemia va a prolongarse por mucho tiempo”, indicó Cristina Rosas.
Las consecuencias son diversas y están a la vista.
No sólo es el miedo de la gente a salir, son las inversiones cuyo retorno se ha frenado, con su impacto natural en la pérdida de empleos.
Cines, museos, estadios, centros comerciales, plazas y sitios de reunión y religión no son ni la sombra de lo que eran.
A La Meca acudían millones de personas. Sólo musulmanes saudiárabes eran 2.5 millones de peregrinos.
Este año apenas 10 mil concurrieron a la gran mezquita.
Aun en las ciudades donde está en marcha la reapertura de actividades, los rezagos y el daño económico y social son devastadores.
Un centro de esquí cercano a Santiago de Chile intenta sobrevivir ampliando la temporada de invierno, pero la reapertura parcial lo sigue teniendo en dificultades.
A sido muy complicado y hemos tenido que reinventarnos al igual que todas las empresas que estamos viendo cómo salir aquí jugando como se pueda de tal forma de tener una temporada que nos permita llegar a la próxima”, expresó José Pablo García, director de Centro de Esquí El Colorado.
Los operadores aéreos se esmeran en asegurar que las condiciones sanitarias en los vuelos son óptimas.
Vamos a utilizar todos los asientos de la cabina, tenemos filtro HEPA, y el aire dentro de la cabina del avión se renueva cada tres minutos, entonces eso nos va ayudar para que los pasajeros estén seguros”, dijo María Agudelo, gerente de Servicio de Latam Colombia.
Pero el escepticismo reina y las empresas aéreas en el mundo no logran superar el 30% de su ocupación habitual.