La criminalización de los migrantes se extiende por todo Texas, respaldada por un continuo discurso de repudio a los extranjeros del gobernador, Greg Abbott, quien pretende reelegirse en los comicios del 8 de noviembre.
“Hemos enviado más de 30 autobuses a Nueva York y mil 500 migrantes ilegales. Los autobuses seguirán partiendo porque el número de gente continúa cruzando ilegalmente”, sostuvo Greg Abbott, gobernador de Texas.
Este ambiente de odio racial ha pasado de las palabras a los hechos.
El 27 de septiembre, los gemelos Michael y Mark Shepard, dispararon contra un grupo de migrantes procedentes de Durango, quienes tras cruzar desde Ciudad Juárez, se detuvieron a beber agua en el desierto.
A más de 23 días del ataque, uno de ellos está muerto, otro está herido y siete siguen detenidos por la Patrulla Fronteriza.
Los gemelos Shepard quedaron en libertad, luego de ser arrestados por el cargo de homicidio involuntario. Pagaron una fianza de 250 mil dólares cada uno; su defensa alegó ante el juez que abrieron fuego cuando confundieron a los migrantes con jabalíes.
Después del ataque, Michael Shepard fue suspendido como funcionario de la prisión privada La Salle.
“Encontrarse bajo fuego a manos de alguien que fue funcionario de una prisión, un centro de detención de migrantes, es algo que asusta”, opinó Melissa López, abogada, del Servicio Diocesano para Migrantes y Refugiados.
En este año, 220 migrantes han muerto en el desierto o ahogados en el Río Bravo, en los 11 condados texanos fronterizos con México, de acuerdo con la Oficina del Forense estatal. A lo largo de la frontera, se ha establecido un récord de 750 fallecidos, según datos del Departamento de Seguridad Nacional.
Batalla política en torno al traslado de migrantes en EUA
La semana pasada, la Casa Blanca calificó de “vergonzosa” la decisión de gobernadores republicanos de enviar migrantes en autobús y avión a Washington y a una exclusiva isla en el noreste de Estados Unidos.
Desde hace meses, funcionarios republicanos locales, entre los que se destaca el poderoso gobernador de Texas, Greg Abbott, han venido trasladando inmigrantes a los bastiones demócratas en todo el país.
Lo hacen para denunciar la política del presidente Joe Biden, a quien acusan de haber convertido la frontera con México en un colador, y para intentar poner la inmigración en el centro de la campaña para las elecciones de medio mandato del 8 de noviembre.
Estas prácticas de envío de migrantes del sur al norte del país se han convertido en una batalla política, a pocas semanas de las elecciones legislativas en la que los demócratas pueden perder el control del Congreso.
“Los republicanos hacen maniobras políticas con seres humanos, se sirven de ellos como peones”, denunció Biden al margen de una gala del Congressional Hispanic Caucus Institute.
“Está mal lo que hacen. Es antiestadounidense. Es irresponsable”, agregó.
Más temprano su vocera, Karine Jean-Pierre, había calificado como “cruel” la instrumentalización de migrantes por parte de los republicanos.
Dos autobuses con migrantes llegaron en la mañana del jueves cerca de la residencia en Washington de la vicepresidenta Kamala Harris, a quien Biden encomendó encargarse del explosivo tema migratorio.
Fueron enviados por el muy conservador Abbott, en campaña por su reelección en Texas, en primera línea de la ola de inmigración ilegal proveniente de países centroamericanos.
“La vicepresidenta Harris afirma que nuestra frontera es ‘segura’ y niega que haya una crisis. Estamos enviando migrantes a su patio trasero para instar a la administración de Biden a que haga su trabajo y asegure la frontera”, tuiteó el gobernador de Texas.