Cuando muere un pontífice, los funerales y su sucesión han sido establecidos por la Constitución Apostólica, aunque esta vez el Vaticano deberá improvisar ya que se trata de la primera vez en la historia que se celebran las exequias de un papa emérito, sin funciones.
Por lo general, la muerte del soberano pontífice desencadena la rápida convocatoria de un cónclave, durante el cual los cardenales de todo el mundo son convocados para elegir a su sucesor.
Ese caso ha sido excluido esta vez, ya que Francisco reina desde 2013 tras haber sido elegido pontífice por la renuncia en 2013 de Benedicto XVI.
El anuncio de la muerte de Joseph Ratzinger este sábado por la mañana, tras una agonía de varios días, no cuenta con un protocolo específico, por lo que se seguirían algunos de los pasos para un pontífice en ejercicio.
Se trata de la primera vez en la historia moderna que un papa preside el funeral de su predecesor.
Francisco preside el funeral solemne
Según la Constitución Apostólica promulgada en 1996 por Juan Pablo II, un Papa debe ser enterrado entre cuatro a seis días después de su muerte, lo que ha sido respetado.
El funeral será presidido el 5 de enero por Francisco en la plaza de San Pedro, cinco días después de su muerte.
La ceremonia será inédita además de solemne, tal como ha anunciado por el Vaticano.
Con ese acto se concluye la saga de los “dos papas”, los dos vestidos de blanco, que han convivido durante casi una década en el estado más pequeño del mundo.
Cuerpo de Benedicto XVI será expuesto en la Basílica de San Pedro
La ceremonia será “solemne pero sobria”, precisó el director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni.
El Vaticano también anunció que el cuerpo de Benedicto XVI será expuesto a partir del lunes hasta el miércoles en la Basílica de San Pedro, de manera que los fieles de todo el mundo puedan rendirle homenaje.
Por ahora su cuerpo permanecerá en el monasterio Mater Ecclesiae, donde residió en dentro del Vaticano desde su renuncia. “No se han previsto visitas oficiales”, precisó el Vaticano.
En 2005, el cuerpo de Juan Pablo II, el último papa en morir, fue expuesto en el Vaticano, para recibir el homenaje de numerosos jefes de Estado y de Gobierno además de creyentes que por horas hicieron largas filas. La ceremonia oficial estuvo presidida entonces por el cardenal Joseph Ratzinger, poderoso jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien luego fue elegido al trono de San Pedro.
Un millón de personas asistieron al funeral del carismático papa polaco. Aunque la popularidad de Benedicto XVI nunca alcanzó la de Juan Pablo II, el pontífice alemán, que reinó de 2005 a 2013, fue un jefe de Estado y, como tal, altos dignatarios y fieles el rendirán homenaje.
En las grutas vaticanas
Al término del funeral, al que podrán asistir todos los fieles sin necesidad de entrada, el féretro del pontífice emérito será enterrado en las grutas vaticanas, donde se encuentran las tumbas de los papas, precisó el Vaticano en un comunicado.
El Vaticano no indicó si se trata de la tumba que fue de su predecesor, Juan Pablo II, vacía después de que su ataúd fuera traslado en 2011 a una capilla de la basílica tras su beatificación.
El biógrafo oficial de Benedicto XVI reveló en 2020 que éste quería ser enterrado en la tumba de Juan Pablo II, de quien fue estrecho colaborador.
Cuando muere un papa, también se destruye su anillo pontificio, un anillo hecho especialmente para cada nuevo pontífice y que se usa como sello para sus documentos.
El anillo de Benedicto XVI fue tachado con una “X” tras su renuncia y quedó inutilizado.