El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, reconoció este miércoles deficiencias en la respuesta al terremoto de magnitud 7.8 que sacudió su país y a Siria el lunes.
“Por supuesto, hay deficiencias, es imposible estar preparado para una catástrofe así”, dijo el jefe de Estado, que visitó la provincia de Hatay, una de las más afectadas, en la frontera con Siria.
El terremoto ha dejado más de 11 mil fallecimientos, cerca de 9 mil tan sólo en Turquía.
Unas personas deshonestas y sin honor publicaron falsas declaraciones como que no vinos soldados ni policías, en la provincia de Hatay denunció Erdogan.
Asimismo, dijo que los soldados y policías del país son gente honorable y que no “dejaremos que personas poco recomendables hablen de ellos de esa manera”.
Además, el presidente afirmó que 21 mil miembros del personal de rescate fueron desplegados sólo en la provincia de Hatay.
“Actuando así, daremos respuesta al desastre para que nadie quede bajo las ruinas ni sufra”, dijo a menos de cuatro meses de la elección presidencial.
Entre los escombros de los edificios de una decena de ciudades del sur y el sureste de Turquía devastadas por el sismo de magnitud 7.8, los sobrevivientes que esperan ayuda criticaron al Gobierno y especialmente a Erdogan -quien encabeza el Estado desde 2003-diciéndose “abandonados” en medio del frío.
Familias en el sur de Turquía y en Siria pasaron una segunda noche bajo un frío helado, mientras los rescatistas abrumados intentaban sacar a la gente de entre los escombros.
Muchos en la zona de desastre turca habían dormido en sus autos o en las calles bajo mantas, temerosos de regresar a los edificios sacudidos por el sismo -el más mortífero en Turquía desde 1999- y por un segundo sismo poderoso horas después.
Así, Erdogan, que declaró el estado de emergencia en 10 provincias y envió tropas para ayudar, también estuvo en la ciudad de Kahramanmaras, para ver los daños y ver los esfuerzos de rescate y socorro.
Por su parte, los funcionarios de ayuda expresaron especial preocupación por la situación en Siria, donde las necesidades humanitarias ya eran mayores que en cualquier momento desde el estallido de un conflicto que ha dividido a la nación y está complicando los esfuerzos de socorro.
