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Brecha de desigualdad marca el bastión del Grupo Atlacomulco

La mitad de los habitantes de Atlacomulco, Edoméx, vive en condiciones de pobreza, no así los bastiones financieros del Grupo Atlacomulco.

La miseria de Atlacomulco de Fabela, al norte del Estado de México, es inversamente proporcional a la riqueza de los integrantes del Grupo Atlacomulco, una cofradía de políticos y empresarios mexiquenses, fundada en 1940.

Casi la mitad de los 110 mil habitantes de Atlacomulco vive en condiciones de pobreza y 10% en pobreza extrema, con lo elemental apenas para sobrevivir.

En el polo opuesto se ubica la riqueza de las familias Hank, González Barrera, Alcántara y Peralta, bastiones financieros del Grupo Atlacomulco, beneficiarias de contratos y concesiones gubernamentales sexenio tras sexenio.

Los Hank

Por ejemplo, la familia Hank se ubica dentro de las 10 más acaudaladas de México. Tan solo una de sus compañías, Grupo Hermes, abarca una fortuna de 2 mil 100 millones de dólares, según la revista Forbes.

Los Hank son socios mayoritarios de Grupo Financiero Interacciones y presiden Banorte, el segundo banco más importante de México.

El patriarca fue Carlos Hank González, un profesor de escuela que creció al cobijo del fundador del Grupo Atlacomulco.

“Carlos Hank González pequeño, joven, era un maestro egresado de la Universidad de Toluca, quien tiene unos orígenes muy oscuros, que finalmente llega a Atlacomulco. Él es de un pueblo que se llama Santiago Tianguistenco. (…) En la normal había conocido a Isidro Fabela, llega a Atlacomulco y lo jala Isidro Fabela”, mencionó Francisco Cruz Jiménez, escritor e historiador.

Carlos Hank llegó a ser diputado federal, gobernador mexiquense y secretario de Estado con los expresidentes José López Portillo y Carlos Salinas.

Al ser hijo de un inmigrante alemán, estaba impedido para ser candidato a la presidencia, sin embargo, gozó de la abundancia de las mieles de poder. Al morir en 2001, su fortuna se estimaba en 3 mil millones de dólares.

El imperio que Hank González creó se mantiene vigoroso hasta nuestros días.

“La familia Hank, a través de su emporio empresarial, está catalogada actualmente por ocupar entre las cinco principales posiciones del ranking de mayores participaciones en las licitaciones de obra pública que ha tenido”, señaló Jorge Toribio Montiel, historiador especialista en Grupo Atlacomulco.

Grupo Gruma

Emparentados con los Hank, se encuentra la familia del fallecido empresario tortillero Roberto González Barrera, presidente de Grupo Gruma.

González Barrera sobrevivió a un accidente aéreo en 1962 y a los reiterados intentos del Gobierno de López Portillo de comprarle Maseca. Sabia decisión, ya que Gruma en la actualidad tiene presencia en 113 países y en 2021 tuvo un volumen de ventas por 94 mil 250 millones de pesos.

La entrañable amistad de “Don Maseco” con Carlos Hank González, le abrió las puertas del Grupo Atlacomulco, en el cual también fincó su fortuna Roberto Alcántara Rojas, que incursionó en la industria del transporte y en los medios de comunicación.

Los Alcántara

Alcántara Rojas nació en el municipio vecino de Acambay, su padre fue diputado y senador priísta, pero él se hizo cargo de administrar los negocios de la familia.

“En el 45 ya le entregan concesiones y va creciendo hasta ser hoy el monstruo que es. En esa época entregan concesiones camioneras que más tarde crecen a través de la familia Alcántara”, explicó Francisco Cruz Jiménez, escritor e historiador.

La familia Alcántara es propietaria de Grupo Iamsa, que incluye a las empresas de autobuses foráneos Turistar y ETN, así como la aerolínea Viva Aerobús.

Además, es socia minoritaria de la empresa española Prisa, editaría del diario El País.

En el sexenio de Enrique Peña Nieto, ya como miembro destacado del Grupo Atlacomulco, Alcántara Rojas obtuvo tres contratos para el cobro electrónico de 49% de las casetas de Capufe, así que la suerte viaja con él.

Control político, económico y religioso

Otro de los bastiones financieros del Grupo Atlacomulco es la familia del ingeniero Alejo Peralta. Sus vínculos políticos le permitieron conformar una empresa monopólica en el sector eléctrico, Iusa, con la venta de medidores de luz a la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Estos personajes y apellidos han aportado el dinero para las campañas políticas, principalmente de los candidatos al Gobierno del Estado de México, con una finalidad; mantener privilegios, de acuerdo con analistas e historiadores.

“El Grupo Atlacomulco opera con un consejo de notables, ¿quiénes son?: Emilio Chuayffet Chemor, Arturo Montiel Rojas, Eruviel Ávila Villegas, César Camacho Quiroz, Alfredo Baranda García y allí tienen mano algunos empresarios que son los que ponen el dinero para las campañas”, explicó Francisco Cruz Jiménez, escritor e historiador.

En el entramado de complicidades, la Iglesia católica también ha ayudado a consolidar el poder del Grupo Atlacomulco.

De esta manera fue posible la creación de la Arquidiócesis de Toluca en 1950, por el papa Pío XII. Y años después, en 1984, la diócesis de Atlacomulco, en el papado de Juan Pablo II.

Curas nombrados por influyentes personajes de Atlacomulco han apaciguado los ánimos de los habitantes por generaciones.

De esta forma, desde hace 80 años se ha ejercido un control político, económico y religioso en Atlacomulco y el Estado de México, a partir de una nomenclatura que se juega su supervivencia en 2023.

“Desde 2018 está negociando el Grupo Atlacomulco está muy unido y si pierden esta elección, no sólo desaparece el Grupo Atlacomulco, desaparece el PRI”, destacó Francisco Cruz Jiménez, escritor e historiador.

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