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Liberan a los jóvenes recluidos por la rodada del 5 de marzo

Un centenar de personas esperaba afuera de los Juzgados anexos al Reclusorio Norte. Padres madres y hermanitos se mordían las uñas porque les dijeron que a partir de las siete de la noche, los jóvenes motociclistas recluidos en las redadas del 5 de marzo saldrían del centro penitenciario.

Una marcha organizada por las familias de los detenidos irrumpió un evento de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, en la plaza de Santo Domingo el 13 de marzo. La mandataria se comprometió a revisar los casos e iniciar su proceso de liberación lo antes posible.

Gracias a las presiones, el 15 de marzo a las nueve de la noche comenzaron a salir los grupos de muchachos, primero salieron tres. Al momento de verlos, la gente que esperaba se emocionó, gritaron porras y chiflaron de alegría para festejar la libertad de los jóvenes. Después de ellos, salió un grupo de 12 chavos y luego uno de 15. Así fueron saliendo hasta que los 86 detenidos pisaron la calle.

Las reacciones de la familia no se hicieron esperar y abrazaban a los que salían con el uniforme caqui de los reclusorios capitalinos. Los muchachos entre lágrimas y apapachos pedían perdón por salir a divertirse y usar motos, como si ése fuese un delito que perdonar.

Estela y Daniela fueron detenidas en la razia policial del 5 de marzo y contaron de primera mano cómo vivieron esos días.

Ese día hubo una rodada de motos y estuvo un cantante. Cuando íbamos a salir de ahí se nos descompuso una moto y esperamos a que todos se pasara para que nos regresáramos a nuestra casa. Nos detuvieron en el retén de la avenida Eduardo Molina y Eje 1 Norte. Se nos acercaron como unos 30 policías con el uniforme tapado y la cara encapuchada, algunos hasta iban de civil y comenzaron a pegarnos, nos bajaron de la moto nos quitaron llaves celular dinero, como si fuera un robo”.

La mujer preguntaba a qué se debía la detención y la respuesta no llegaba, pero los puños y patadas no faltaron como explicación. Luego las subieron a los camiones de granaderos y las trasladaron a la alcaldía Venustiano Carranza. Para las primeras horas del 8M (ocho de marzo) ya las estaban trasladando al penal de Santa Martha Acatitla

Nos dijeron que iban a hacernos una revisión médica y nos sacaron por la puerta de atrás escoltadas como si fuéramos delincuentes, con patrullas a los lados, atrás y adelante.” comentó Estela.

Un común denominador fue que ninguno de los detenidos supo los delitos por los que los acusaban y les obligaron a firmar una hoja en donde negaban su derecho a declarar.

Ahora si perras, se le acabó su libertad” fue lo primero que les dijo una custodia al llegar a Santa Martha, luego las desnudaron y las obligaron a hacer sentadillas entre insultos y jalones. Les pusieron el uniforme y las metieron con otras 14 personas en una celda.

No nos pudimos bañar, era una celda pequeña y no podíamos movernos, ni podíamos comer. No cabíamos, a veces dormíamos paradas o ni dormíamos. Duarte todo ese tiempo estuvimos incomunicadas, no nos permitían hablar con nadie ni hacer una llamada. Fue hasta nuestra primera audiencia que pudimos hablar con nuestra familia”, contó Daniela.

La lluvia citadina comenzó a caer sobre las personas, algunos paraguas se abrieron y otros sólo buscaron un techito para protegerse del agua. Los jóvenes seguían saliendo de la cárcel con unos documentos en su mano. La prisión preventiva a la que los sujetaron quedó suspendida; sin embargo, nadie quedó absuelto de los delitos y tendrán que demostrar su inocencia en un proceso de seis meses yendo a firmar cada mes en las oficinas de la Unidad de Supervisión de Medidas Cautelares en la colonia Doctores. El mismo documento señala que los jóvenes no tienen derecho a reunirse, ni acercarse al lugar donde fueron detenidos como si en realidad hubiesen cometido algún delito.

Las familias se fueron dispersando conforme se reencontraban con sus muchachos. Antes de irse los jóvenes se quitaron el uniforme carcelero y lo lanzaron hacia atrás como ritual para no regresar nunca más a ese lugar.

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