En México, el trabajo sexual enfrenta diversas formas de violencia y discriminación, de hecho, de 30 indicadores de violencia ejercida contra personas que ejercen el trabajo sexual, 22 son perpetrados por el Estado, aseguró Elvira Madrid Romero, presidenta de la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”.
En entrevista para Once Noticias, la activista expresó que, en sus esfuerzos por sosegar la violencia contra el trabajo sexual, se percató de que algunos indicadores que cobran relevancia en el tema tienen que ver con el control sanitario y acciones de sometimiento por parte de la policía.
“Nos dimos cuenta que 73% de los funcionarios públicos ejercían directamente la violencia hacia las compañeras”, explicó.
El reconocimiento formal del trabajo sexual en todo el país, de acuerdo con Madrid Romero, es la base para eliminar la violencia sistemática contra el sector.
“Debemos reconocer el trabajo sexual en todo México. Actualmente sólo ha sido aprobado en la CDMX. Esto ayudaría a disminuir la marginación y respetar las formas de vida de quienes lo ejercen. En lugar de criticar, debemos apoyar”, sentenció.
Asimismo, Madrid Romero destacó que, en muchas ocasiones, son las parejas de las trabajadoras sexuales quienes las denuncian ante el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) con el propósito de quitar la patria potestad de las y los hijos.
Por lo anterior, la activista hizo un llamado a las autoridades, pues señaló que son las propias parejas quienes introducen a las trabajadoras sexuales en esa actividad.
“Ahorita con toda la migración que hay, de lo que atendimos en este año, 52% eran migrantes que para sobrevivir ejercían el trabajo sexual, y que muchas veces por no tener su documentación de estancia legal, eran violentadas, tanto por la policía como por algunos funcionarios”, refrendó.
Lamentablemente, los feminicidios y transfeminicidios son comunes dentro del trabajo sexual, pero sistemáticamente son invisibilizados, explicó la activista, para quien la doble moral de la sociedad nutre los estigmas dentro de la actividad. “La violación a derechos humanos vemos que también es recurrente”, apuntó.