Mishelle Ríos, de 41 años, nació en Minatitlán, Veracruz. En esa comunidad estuvo un par de años hasta que sus padres se mudaron, pero al llegar al puerto de Veracruz sufrió un accidente muy grave cuando tenía siete años, un cable de alta tensión le alcanzó el cuerpo y le quemó por completo la pierna derecha, y tuvo secuelas en el brazo izquierdo. Desde ese momento pasó
cinco años hospitalizada recibiendo tratamientos, medicamento y terapias que le ayudaran a recuperar su movilidad. Muchos de los doctores la desahuciaron en su primer año de lucha, sin embargo, la familia de
Mishelle la apoyó hasta que pudo levantarse de la cama y dar sus primeros pasos, esta vez sin su pierna derecha. Ella siguió adelante pero por desentendidos familiares tuvo que salir de su natal Veracruz.
Llegó a Oaxaca, fue ahí cuando comenzó con su
transición después de que conoció a una
mujer trans. Cuando llegó a Oaxaca tuvo que dormir algunos meses en la estación de autobuses donde encontró gente solidaria que le dejaba dormir adentro de las instalaciones, y de vez en cuando le brindaban un café con pan.
Vida de la calle, sus dificultades y sus oficios
Una de las chicas que andaba por el rumbo la vio y le ofreció ir a vivir con ella, en una casona donde vivían otras 10 mujeres trans más. Mishelle tomó confianza rápido y se dedicó a limpiar los cuartos, a lavar trastes y arreglar la ropa que las chicas usaban para salir a trabajar de noche. Eran empresarias de día y flores de noche. Poco a poco fue entrando en confianza hasta que un día decidió tomar el maquillaje de las chicas y comenzar a pintarse. Las mujeres experimentadas la vieron en su primer intento y le ofrecieron una mano, la arroparon y la prepararon para salir a la calles a ejercer el oficio más viejo del mundo. Con el tiempo entendió el oficio. Se desenvolvió, entre la calle, que también le trajeron vicios y desgracias que se fueron agravando con el tiempo. La decadencia de su salud llegó a los 25 años. Fue por ello que
decidió regresar a su pueblo, ahí desistió de su transición, se puso ropa de hombre, dejo el maquillaje y entró a una iglesia cristiana donde reprimió cualquier gusto o pensamiento sobre su identidad como mujer. Durante siete años
se presentó con una identidad masculina en la que nuca se sintió identificada, pero que todo su alrededor decía que era la correcta. Incluso intentó casarse con una mujer de la congregación. La boda estaba planeada para agosto, pero 15 días antes del festejo religioso, una ‘borrachera’ le sacó la verdad frente a todas las autoridades de su iglesia y aunque le dijeron que no importaba, le seguían insistiendo con que se casará con la joven religiosa. Mishelle se desistió y fue ahí cuando la excomulgaron de su religión. Ella
retomó su proceso de transición pero la discriminación también regreso a su vida. Fue desde ese día que decidió luchar por conservar los ideales que ella sostenía desde hace tiempo. La calle y los vicios de nuevo fueron sus obstáculos durante varios años, pero a finales del año 2020 encontró un grupo de alcohólicos anónimos que le ayudaron, también fue beneficiaria del albergue de la
Casa de las Muñecas Tiresias, donde pudo terminar su primaria y secundaria. Desde principios del año 2021, Mishelle ha logrado encontrar trabajo como comerciante en las redes sociales y también como diseñadora de moda junto a uno de sus amigos. Mishelle asegura que aunque sus alas están raspadas, ya están tan abiertas que nadie podrá detener su vuelo.