Hace cinco años Ricardo del Real se llamaba Mónica del Real, y con ese nombre conquistó medallas en campeonatos mundiales de taekwondo y participaciones como en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000.
Hoy Ricardo del Real es el primer hombre transexual en pertenecer al Comité Olímpico Mexicano (COM) de manera permanente, y conversó con Once Noticias sobre su carrera, su transición, y sus proyectos personales, a propósito del Día Internacional de la Visibilidad Trans, que se conmemora todos los 31 de marzo.
Ricardo tiene 47 años y asegura que desde los cuatro años siempre estuvo “Mónica al frente y Ricardo en el corazón”.
¿Cómo inició tu carrera en el taekwondo?
Yo inicié la práctica del taekwondo a los 9 años de edad, desde mi natal Aguascalientes y fue gracias a que vi la película de Karate Kid de los 80. Me inspiró muchísimo la historia. El protagonista “Daniel San” era una persona que al final tuvo que hacer todo eso en un tatami y buscar los medios para hacerlo y eso me impactó mucho.
Cuando fuimos a la escuela mi mamá estaba un poco renuente de que yo entrara a las artes marciales porque eran los 80, no era tan bien visto que una niña entrara a este tipo de deportes tan rudos.
¿Cómo se desarrolló tu carrera y qué tan complicado fue para ti participar en este deporte?
Yo jugué mucho al taekwondo desde un inicio y no es que lo tomara a la ligera sino que disfrutaba muchísimo. Yo cuando tuve mi primer uniforme lo quería de pijama, no me lo quería quitar, era tal mi alegría que cada vez que aprendía nuevos movimientos y ejercicios, me emocionaba.
Yo no sabía que había selecciones nacionales, si acaso vi juegos olímpicos. Taekwondo entró en Seúl 88 como exhibición por primera ocasión. Cuando menos me lo esperé tenía 15 años y mi profesor Adrián Barrón me dice oye vamos a un torneo en México, le dije vamos y cuando llego a la Ciudad y gano, mi categoría era peso medio hasta 70 kgs, resulta que no era un torneo cualquiera sino un selectivo nacional. Entonces a partir de ese momento quedé en el equipo nacional en 1990.
Jamás me imaginé viajando, en estos niveles tienes que hacerlo, que competir, entrenar muy fuerte, y fue prácticamente toda la década del 90 que pude representar a mi país. Si bien antes de mi generación ya había resultados en el taekwondo, creo que a partir del 90, sobre todo selección femenil, fue cuando más se visibiliza.
Estuvimos conquistando podiums en eventos mundiales en campeonatos panamericanos, en Juegos Panamericanos en Mar del Plata 95, ahí es cuando por primera vez incluyen a la rama femenil y era ir a ganarlos. Fue algo increíble empezar a abrir brecha junto con mis compañeros de selección para poder marcar un antes y un después de lo que ha sido la evolución del taekwondo.
En aquel entonces eras Mónica, ¿en lo personal había algo en ti que decía yo no soy Mónica sino soy otra persona?
Supe separar muy bien varias cosas. Al momento de estar en temas profesionales hay que ser profesional pero muy en mis adentros desde los 4 años me di cuenta que era diferente. Ahí sí era nada más pensarlo y sentirlo, no lo entendía, era algo que yo luchaba diciendo por qué veo a mi hermano que se está desarrollando y yo no estoy desarrollando las mismas características que mi hermano.
Había cierta frustración, melancolía quizá de decir creo que alguien se equivocó conmigo, pero hasta ahí quedaba, porque no había información al respecto no se sabía si hacer una transición de género era posible, no se sabía si nosotros podíamos hacerlo, es decir había chicas trans de hombre a mujer, pero de mujer a hombre no.
“Ni siquiera se hablaba del tema de la homosexualidad, era un tabú. Si hablar de temas de preferencias sexuales era algo innombrable”.
Después de que me retiré, después de los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, fue una búsqueda incansable de ‘qué sucede, por qué me siento diferente, yo qué voy a hacer para generar dinero si nada más estoy acostumbrado a competir’, es como un duelo, un luto que pasa un atleta, pero además agrégale el tema personal y conmigo fue muy complejo a pesar de que me mostraba de manera segura, yo por dentro decía no estoy al cien.
Fue hasta 2017 que me di cuenta que esto era posible y cuando me di cuenta claro que hubo muchísimo miedo, porque al ser una figura pública del medio deportivo, estar a expensas a ser señalado, criticado o que socialmente fuera rechazado, sí da un pavor enorme. El tomar este tipo de decisiones es una lucha de años de búsqueda de encontrarse con uno mismo.
“Para mí hubo una revelación muy grande que fue ya basta de vivir la vida para los demás, tienes que vivir la vida para ti”.
Justo, con Javier Solórzano, en Canal Once, me destapé de que había hecho mi transición y que había tenido ciertas dificultades. Sin embargo, la gran sorpresa es que he sido muy bien aceptado, estoy convencido que no todo el mundo lo entiende.
¿Te dio miedo dejar de ser esa persona que tuvo tantos logros?
No, porque también he defendido mucho mi pasado, para mí es imposible borrar mi pasado y no lo quiero borrar porque yo me siento muy orgulloso de mi pasado.
“Yo creo que esta dualidad que vivió Mónica al frente y Ricardo en mi corazón, fue una dualidad sumamente especial, ahí estuvimos juntos, y ahora siempre voy a defender esos resultados”.
Yo digo que fui a la Copa del Mundo bajo el nombre de Mónica, gané una medalla de oro, la primera en todo el país y la historia del deporte femenil mexicano, me da mucho orgullo decirlo.
Fui a Juegos Olímpicos, sí, pero estaba Mónica, el Comité Olímpico Internacional (COI) ahora con sus certificados OLY ya me reconoce como Ricardo del Real OLY, que fue a Juegos Olímpicos bajo el nombre de Mónica del Real.
¿Qué procesos legales tuviste que hacer para que reconocieran que fuiste tú?
Yo sudé, yo le batallé. Desde 2001 soy miembro permanente del Comité Olímpico Mexicano, soy parte de la cúpula de quienes nos convertimos en embajadores del movimiento olímpico en nuestro país y a nivel internacional.
Claro que Mónica hizo todo lo que tuvo que hacer para poder ser parte, sin embargo, al momento de hacer esta transición tuve que hablar con el presidente de aquel entonces que era Carlos Padilla y tenía que estar consciente que muchas personas no lo iban a entender, que les resultaba como raro.
Las leyes están a nuestro favor, el tema de derechos humanos y que algo que tuve que defender mucho es eso, decirles te recuerdo que yo sudé, yo gané y perdí, yo me puse la camiseta por un país y mi pasado no quiero que me lo cambies, nada más respétame ahora cuando me convoques.
Actualmente el COI inclusive no tiene un departamento de diversidad, por ejemplo. Eso sería un área de oportunidad buenísima. Si no lo tiene el COI, entonces los comités de los países tampoco porque son semejanza del internacional.
¿Qué opinas sobre la participación de personas trans en olímpicos?
De entrada tengo que decir que cualquier persona en el planeta puede hacer y entrar y desarrollarse en el deporte, es un derecho humano. Ya en temas competitivos entiendo que es un tema que causa polémica porque no hay respuestas.
Creo que se requiere de un estudio científico y médico muy minucioso para efectivamente checar cuál es el momento de transicionar hormonalmente hablando, cuál es el momento físico que tenemos las personas trans cuando estamos ya compitiendo. Y eso no se puede dar un resultado de dos o tres meses, son años, yo apenas voy a cumplir cinco años y apenas me estoy sintiendo yo, sigo teniendo cambios.
En el caso de Lia Thomas, nadadora trans, tengo entendido que apenas tiene un año de transición, a mi se me hace sumamente cruel, de hecho hay una ley, la ‘ley de imprenta’, le llaman, en donde dicen que si ridiculizan fomenta el odio al momento de estar publicando algo, es sujeto a cárcel, es un delito.
Para empezar están hablando de un ser humano, número dos, si las reglas del juego que pone la federación colegial de natación que dicen “abc y d”, y ella las cumplió, ¿por qué la van a dejar fuera?Cuando compites en eventos FINA hay muchos más requisitos como someterse a controles de dopaje.
Por ejemplo, Laurel Hubbart, de Nueva Zelanda, olímpica en Tokio de levantamiento de pesas, para que ella llegara allí tuvo que pasar, como todos y todas, un sin fin de filtros, ganar competencias, someterse a pruebas de dopaje, etcétera.
“El tema de inclusión se basa mucho en que somos muy visuales los humanos, eso me da mucho coraje, porque si es demasiado alta, o es demasiado tosca, eso es discriminación”.
La diferencia es que ella empezó su transición a los 32 años y cuando llega a Tokio tiene 43, ya tiene 11 años de transición, las hormonas ya hicieron su trabajo en su cuerpo. Si Laurel hubiera salido alta en el test de doping por testosterona, tan sencillo no hubiera competido. Pero ella los pasó.
Y en el caso de Lia, si a ella se le ocurre ir a un evento FINA, vuelve a ganar y la testean en controles de dopaje y sale positiva, tan sencillo que no va ella y sube la de abajo. ¿A quién le está quitando lugar? A nadie, ninguna mujer debe sentirse amenazada porque tienen que garantizar que las personas que van a competir estén limpias.
¿Qué proyectos tienes?
Estuve en Canal Once, en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires, narrando taekwondo. En diciembre ya me gradúo en Ciencias de la Comunicación en UVM.
Recientemente tuve una invitación para hacer un casting a un proyecto de Netflix, del cual quedé en La Venganza de las Juanas.
Colaboro con el estado del gobierno de Coahuila, soy el enlace del instituto acá en Ciudad de México para gestoría deportiva.
Participó con el COI en un programa que se llama “Power Up, Potencia tu Futuro”, en el cual nosotros, yo como educador maestro en América Latina junto con Gabriel Sagastume de Guatemala y un par de colaboradores más, les damos este taller para poder potenciar los valores que tienen los atletas de alto rendimiento de su país.