NacionalReportajes especiales

Movimiento estudiantil del 68 incentivó cambios en educación: especialistas

Se abrieron alternativas educativas y movió a toda una generación politizada.

Hace 54 años, la Plaza de las Tres Culturas quedó cubierta de sangre, por la Matanza de Tlatelolco. El movimiento estudiantil que se suscitó en aquella época dejó una huella imborrable en la memoria e historia de nuestro país.

Ese movimiento social, incentivado por una juventud politizada al que se sumaron obreros, trabajadoras del hogar, colectivos y profesionistas, detonó una serie de cambios, que se dieron en distintos niveles. Uno de ellos fue en la educación, de acuerdo a especialistas, aunque existen contrastes y diferencias en ambas épocas

Las problemáticas educativas y sus diferencias con el 68

Eugenia Allier Montaño, investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (IIS-UNAM), señaló a Once Noticias, que el movimiento del 68 no surgió por cuestiones educativas, sino más bien fue incentivado por motivos políticos.

“Pero sí es cierto que tuvo consecuencias en lo educativo, primero con Gustavo Díaz Ordaz y luego con Luis Echeverría. Se dijo que una de las demandas (del movimiento) tenía que ver con la educación”, dijo.

La investigadora explicó que de este movimiento surgieron algunas reformas que posibilitaron, entre otras cosas, la apertura del sistema de los Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH). También se crearon alternativas educativas, como la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) (en los setenta), “que pasó a dar cabida a los jóvenes que querían llegar a la universidad” y se concibió como un programa que” trataba de enseñar a los jóvenes a pensar de otra manera”.

Lo mismo sucedió con la creación de otros planteles educativos al interior del Instituto Politécnico Nacional (IPN), específicamente para la educación de matemáticas.

Hubo una renovación de las formas educativas, por tanto, el movimiento del 68 sí tuvo un impacto en la educación, tal como argumentó la investigadora. No obstante, “si se compara la educación en ambas etapas, hay que considerar que se trata de problemáticas diferentes“, enfatizó.

En 1968, si bien había más jóvenes que querían llegar a la universidad, todavía era posible su acceso a la misma y a la movilidad social

La investigadora comentó que la gente que llegaba a ese nivel, quizá provenía de padres sindicalistas o del campo. Al llegar a la universidad lograban la movilidad social, lo que quiere decir que el acceso a la educación proveía la oportunidad de acceder a otra clase social y mejorar sus condiciones de vida con respecto a las oportunidades que antecedieron a sus familias.

“Hoy estamos ante un país que no tiene capacidad para darle educación superior a toda la población y cada vez más, los jóvenes que así lo desean, expresan que quieren llegar. Lo vemos en las protestas [que se dan] año con año, para exigir un lugar en la UNAM o en algunas de las universidades públicas”, dijo la investigadora y docente.

Los desafíos del presente: política pública y recursos

Allier Montaño resaltó que hay desafíos entre la oferta educativa universitaria, que cada vez es menor, y la demanda que crece cada año, aunque reconoció que en la UNAM ha crecido en número de alumnos y de profesores de asignatura.

Recordó también que Andrés Manuel López Obrador, cuando fue jefe de Gobierno, creó la Universidad de la Ciudad de México (UACM) una opción educativa para quienes viven en las periferias de Ciudad de México.

“Además se han abierto al interior de la República universidades. Hoy no es necesario venir a la CDMX para tener una educación, y también se ha visto el crecimiento de las universidades privadas. Pese a ese crecimiento y evolución, la educación superior no es accesible a todos los mexicanos”, relató.

Marco Fernández, director de la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad (IEEC) del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), vislumbró que la cobertura en todos los niveles educativos ha tenido avances, pero persisten dos problemas: en equidad y calidad de aprendizajes.

En entrevista con Once Noticias añadió que estos factores han minado la posibilidad de que la educación sirva para asegurar la movilidad social.

Por otra parte, consideró un reto importante erradicar la corrupción en el manejo de presupuestos educativos, dado que no son las mismas condiciones, pero aún no se ha erradicado la herencia de las plazas, por lo que hay un reto mayor para transparentar recursos.

Criticó que falta fortalecer la formación de los docentes, “pagarles mejor para atraer el talento a la profesión en diferentes niveles, transparentar y ejercer una mejor rendición de cuentas de cómo se ejercen los recursos”, externó.

Asimismo, dijo que se deben generar políticas focalizadas en jóvenes e infancias que tienen mayores desventajas de origen. Agregó dado que también se debe combatir la brecha que hay entre la forma de enseñanza actual y la que exige un mundo globalizado, ya que la educación debería tener por objetivo potenciar la formación personal y profesional, para integrarse al mundo laboral.

Por una juventud politizada

En la memoria de ese 2 de octubre de 1968 se tiene presente a una juventud combativa que respondió a un movimiento global. Fueron los jóvenes, en distintas partes del mundo, que en una ola se movilizaron en contra de las opresiones de sus gobiernos en América Latina, en Occidente, en África, 

Eugenia Allier consideró que luego de los hechos del 68, hoy existen también jóvenes muy politizados, pero de distinta manera a la de esa época.

Ahora los movimientos no son globales sino focalizados, por lo que criticó la ausencia de un movimiento global que aglomere una voz unánime, capaz de abogar por todas las luchas, para descentralizar una causa en las causas.

“Lo que se vio en los sesenta y setenta fue a un movimiento que trataba de una generación, de una búsqueda más generalizada y global”, expresó. Ante tal recordó la importancia de visibilizar la lucha por las desapariciones en el país, por las causas estudiantiles interseccionadas también por las luchas feministas, todas como movimientos globales atravesados entre sí. 

Marco Fernández concluyó que todavía hay trabajo por hacer. Y que, si se compara al México de hoy con el del 68, los retos en materia educativa persisten, para que se logre la expansión del pensamiento crítico en estudiantes, la organización, el desarrollo de la resiliencia y la resolución de problemas.

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