Orgulloso vecino de la colonia Guerrero, en Ciudad de México, el señor Juan hará más de mil tamales para diferentes pedidos que tiene en este miércoles, Día de la Candelaria.
Con esfuerzo y esmero, aprendió la receta de su madre y su suegra.
A la antigüita, la manteca tenía que esta derretida a base de la mano, se calienta la manteca con la mano comentó Juan Lozano, tamalero.
Aunque la familia Lozano lleva más de 35 años haciendo tamales y vendiendo en la calle, y luego de una pausa, desde hace un lustro, comenzó a elaborar y entregar en esta temporada.
“Yo vendí, aproximadamente, como 15 años tamales. Lo hicimos por necesidad, pero empezamos a hacer mucha clientela y gracias a Dios, el negocio es ya muy conocido por la gente”, dijo Juan Lozano.
La tradición dice que el 2 de febrero, el Niño Dios es levantado del nacimiento y vestido para ser presentado en la Iglesia.
En México, los afortunados que lo sacaron en la Rosca, se convierten en sus padrinos y ponen este manjar de la nuestra gastronomía como ofrenda para engalanar el festejo.
Las hijas e hijo del señor Juan aún no saben prepararlos y aunque ahora es por redes sociales, Natali, su hija mayor, le ayuda desde muy pequeña a venderlos.
“Natali tenía 3 años, Itzel todavía ni nacía, me la llevaba yo a vender los tamales con su mamá”, mencionó Juan Lozano.
Hoy también ya los hacen rellenos de gansito, galleta oreo, chocorrol y zarzamora, y claro, mantienen su tradición.
“Son de verde, de rajas, dulce, frijoles con queso, de mole, verdes con champiñones”, indicó Juan Lozano.
Uno a uno, después de cerrar las hojas con sumo cuidado, en grupos de 200 se van derechito a la vaporera, bien arropados y se ponen a cocer.
“Yo los dejo tres horas, para que queden bien infladitos, porque hay unos tamales que son muy duros, estos se inflan y quedan esponjaditos”, puntualizó Juan Lozano.
De la olla a su paladar, los tamales se preparan con amor y de buenas, dicen, para que el sazón y la masa batida con mano firme, queden en su mero punto.