Miles de familias de desplazados palestinos, con sus pocas pertenencias a cuestas, llenaron este viernes las carreteras del sur de la Franja de Gaza para volver a sus casas, aprovechando el inicio de la tregua de cuatro días entre Israel y Hamás.
El estruendo de la guerra cambió por las bocinas de los coches y las sirenas de las ambulancias que intentan abrirse camino entre las multitudes de desplazados que salen de los hospitales, donde se habían refugiado.
Durante las últimas siete semanas, los bombardeos israelíes han devastado el enclave palestino.
Estos ataques han forzado el desplazamiento de 1.7 millones de sus 2.4 millones de habitantes, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Con más de la mitad de los edificios dañados o destruidos, los gazatíes que están regresando no están seguros de encontrar sus casas.
El 7 de octubre, Hamás, en el poder en la Franja de Gaza, lanzó un ataque sin precedentes en el sur de Israel. Mató a unas mil 200 personas, en su mayoría civiles, y secuestró, junto a otros grupos armados palestinos, a unos 240 rehenes, según las autoridades israelíes.
Desde entonces, Israel bombardea sin descanso el territorio palestino. Casi 15 mil personas, entre ellas miles de mujeres y niños, han muerto, según el gobierno de Hamás, y más de 70% de los habitantes tuvieron que dejar sus hogares.
“La guerra no ha terminado”
Ahmed Fayad, de 30 años, vuelve a su pueblo, a pocos kilómetros de la ciudad, con 70 miembros de su familia, que sobrevivían en una escuela, dice sentado en un carro tirado por un asno.
Un hombre mayor pasa junto a él, con una bolsa en la espalda. Cuenta que se siente “confiado” para volver a su pueblo, cerca de la frontera con Israel.
A su alrededor, miles de hombres, mujeres y niños caminan, o van en carros o en otros precarios transportes, con sus cajas, bolsas de plástico y pequeños equipajes.
Las octavillas lanzadas por los aviones israelíes advierten, sin embargo, que “la guerra no ha terminado“.
El ejército israelí considera que el tercio norte del territorio, donde se sitúa la ciudad de Gaza, es una zona de combate y ordena a todos los civiles abandonar el sector. “Volver al norte está prohibido y es muy peligroso”, añaden los folletos.
Jaled al Halabi habría querido que “también hubiera una tregua en el norte”. Al principio de la guerra, se fue de la ciudad de Gaza hacia Rafah, en el extremo sur del territorio. Ahora, le gustaría poder ver “su casa”.
No tomará la carretera del norte, asegura, pero con esta tregua, “vamos a poder por fin respirar tras 48 días”.
“Van a entrar productos, porque ya no encontramos pan, ni carburante ni comida”, dijo, aliviado.
En la terminal de Rafah, el único paso fronterizo no controlado por Israel, van llegando camiones con ayuda desde Egipto.
Según el acuerdo alcanzado a través de la mediación de Qatar, Estados Unidos y Egipto, cada día pasarán 200 camiones con ayuda.
Raed Saqer, desplazado en Rafah, se siente optimista.
“Necesitábamos estos días de tregua para poder cuidar a los enfermos, que la gente pueda recuperarse un poco, porque los desplazados del norte viven una tragedia que no se puede describir”, mencionó.