Internacional

Así se han vivido los gobiernos de Lula da Silva y Jair Bolsonaro en Brasil 

Ambos avanzaron a una segunda ronda electoral que se celebrará el próximo 30 de octubre. 

El presidente brasileño Jair Bolsonaro y el examandatario Luiz Inácio Lula da Silva avanzaron a una segunda ronda electoral que se celebrará el próximo 30 de octubre. 

Hace un par de semanas, el izquierdista Lula -quien gobernó el país sudamericano de 2003 a 2010- ganó la primera ronda con 48% de los votos, por 43% del derechista Bolsonaro. 

Pero, ¿Cómo han sido los gobiernos de ambos candidatos, que hoy luchan por repetir mandato en Brasil? 

Los dos tienen experiencia al frente de la jefatura del Estado brasileño, algo que sirve para evaluar cómo funcionaron en temas tan fundamentales como la economía, la justicia social, la violencia o el panorama internacional. 

Pero también, durante su estancia en el poder, tuvieron numerosas polémicas y desempeños que son valorados por su electorado. Los dos candidatos tan opuestos ideológicamente son los favoritos para ocupar el Palacio de Planalto en Brasilia. 

Jair Bolsonaro es el actual presidente del país y lleva involucrado en política desde hace décadas como uno de los referentes de la extrema derecha, y Lula da Silva fue jefe de Estado entre 2003 y 2010, convirtiéndose en uno de los líderes de la izquierda tanto en Latinoamérica como en el mundo. 

La lucha contra la pobreza y la ayuda social 

La lucha contra la pobreza y la búsqueda de la justicia social fue uno de los pilares fundamentales desde el comienzo del primer Gobierno Lula en 2003.  

Es por ello, que aplicó un programa que supuso un éxito prácticamente desde su inicio. 

“Esta ayuda económica generó una aprobación política alta para Lula, ya que tuvo un impacto muy positivo en las regiones del norte del país, conocidas por ser históricamente marginadas y con población extremadamente pobre”, dijo Michael López, socio de la consultora política brasileña Arko Advise. 

Durante su gestión destacaron varios programas de ayuda para la vivienda o la educación, pero el principal fue el conocido como Bolsa Familia, una ayuda estatal directa a los más pobres. Este programa benefició a cerca de 14 millones de familias en todo Brasil (25% de la población).  

En el gobierno de Lula da Silva las clases trabajadoras desempeñaron un papel de apoyo fundamental gracias al respaldo recibido por subsidios. Pero por su parte, la clase media no percibió que les beneficiaran. 

Algunos sectores de la clase media y la derecha brasileña comenzaron a oponerse a ellos bajo el argumento de que “desincentivaban el empleo” y eran una “máquina” de captar votos a favor del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula da Silva. 

Mientras que en el gobierno de Jair Bolsonaro uno de los puntos fuertes en materia económica fueron sus anuncios de recortar gastos en ayudas sociales, algo que fue aplaudido por sectores privilegiados, financieros y empresariales.  

Ante la crisis económica derivada de la pandemia, miles de familias se vieron afectadas por lo que Bolsonaro se vio obligado a recurrir a la ayuda social de Bolsa Familia para subsanar la situación. 

“Bolsonaro entró en una contradicción con respecto a lo que es un gobierno neoliberal en lo económico, al aumentar la ayuda social. Una decisión que, sin embargo, hizo que creciera su nicho electoral entre las personas más pobres”, comentó el analista internacional Gustavo Segré. 

Tras poner fin al programa insignia del Partido de los Trabajadores, Jair Bolsonaro inició uno nuevo que llevaba su sello político: Auxilio Brasil. 

La medida de apoyo económico a las familias, ha sido calificada como “electoralista” por sus rivales políticos. 

En el 2022, más de 33 millones de brasileños confirmaron pasar hambre, según un informe publicado por la Red Brasileña de Investigación sobre Soberanía y Seguridad Alimentaria.  

Armas y lucha contra el crimen 

El aumento en la venta de armas durante el Gobierno Bolsonaro ha sido uno de los factores más polémicos que han rodeado a su presidencia. 

Según datos del Instituto Sou da Paz, se estima que desde el 2019 el número de armas en circulación ha aumentado en torno a 300%.  

En total, Jair Bolsonaro ha ejecutado 42 decretos que facilitan el acceso a las armas. 

Este aumento considerable de las armas ha sido justificado por el Gobierno actual y los sectores más próximos a él con los datos de bajada de homicidios en todo Brasil. Cifras que son ciertas y que han reforzado más el argumento de comprar armas para defender propiedades, en el caso de grandes terratenientes rurales, o la vida de una persona. 

Por su parte, Luiz Inácio Lula da Silva dijo que si llega de nuevo a la presidencia de Brasil, no emitirá nuevos decretos destinados a facilitar aún más el uso de armas en el país y, en cambio, pidió medidas para fortalecer la educación. 

“No habrá decretos de armas en este país. Habrá decretos de libros. Habrá decretos para fortalecer la educación”, aseguró en una reunión con trabajadoras del hogar en Sao Paulo. 

El expresidente, y actual favorito para la segunda vuelta de las elecciones del 30 de octubre, dijo que algunos creen que la liberalización de las ventas de armas es un cambio positivo, pero expuso que permitirá que los delincuentes puedan acceder a ellas más fácilmente. 

La posición del Partido de los Trabajadores y Lula da Silva respecto a las armas siempre ha sido la de intentar regular lo más posible la situación.  

Durante su etapa en la oposición, Lula afirmó en más de una ocasión que prefería priorizar la “educación a las armas”. Sin embargo, la cuestión de la seguridad fue uno de los grandes lunares durante su administración.  

Aunque consiguió reducir en más de tres puntos la tasa de homicidios durante su mandato, la sensación de inseguridad continuó aumentando en las áreas más pobres de las grandes ciudades, a pesar de los numerosos programas de ayuda que el Estado brasileño intentó implementar entre los más jóvenes. 

La visión internacional  

Otra de las cuestiones que más han separado a los Gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Jair Bolsonaro ha sido su política internacional, diametralmente opuesta en muchos aspectos. 

Lula da Silva llegó al poder en 2003 y se convirtió en un líder a nivel regional. De acuerdo con especialistas, Lula consiguió proyectar de una forma “potente” a Brasil en el panorama internacional.  

Una cuestión que trajo beneficio para Brasil ya que, su crecimiento económico en la primera década de los 2000 vino de la mano de una alta inversión china, que se convirtió en su socio prioritario en el comercio internacional en un momento de constante crecimiento para Beijing. 

Diferente es la situación para Jair Bolsonaro. El actual presidente brasileño llegó al poder en medio de un auge de la extrema derecha global, que estaba liderado por el expresidente Donald Trump en Estados Unidos. La sintonía entre los dos mandatarios se dejó ver desde un primer momento. 

Bolsonaro deterioró la relación con socios tradicionales como China y tensó las relaciones diplomáticas con grandes líderes dentro de la Unión Europea, como Emmanuel Macron, sin llegar a tejer una alianza sólida comercial entre miembros de su cuerda política”. 

La opinión de Bolsonaro y Lula da Silva sobre tema Ucrania- Rusia 

En mayo, Lula da Silva dio a conocer su posición con respecto al conflicto Rusia-Ucrania: 

“El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski quiso la guerra. Si no quisiese la guerra había negociado un poco más. Es así. Yo critiqué al presidente de Rusia, Vladímir Putin diciendo que fue un error invadir. Pero creo que nadie está contribuyendo a que haya paz. Las personas están estimulando el odio contra Putin. Eso no lo va a resolver. Hay que estimular un acuerdo”. 

El expresidente brasileño sostuvo: “a veces veo al presidente de Ucrania en televisión como si estuviese festejando, siendo aplaudido en pie por todos los parlamentos, ¿sabes? Ese tipo es tan responsable como Putin”. 

También expuso que si gana las elecciones pretende conversar con Rusia y Ucrania por el fin del conflicto. 

Por su lado, en febrero de este año, Jair Bolsonaro se reunió con Putin en Moscú, poco antes del inicio de la operación militar especial en Ucrania, y expresó solidaridad a Rusia: 

“Somos solidarios a Rusia. Tenemos mucho que colaborar en varias áreas. Defensa, petróleo y gas, agricultura y las reuniones que está habiendo”. 

En junio, Bolsonaro y Putin mantuvieron una conversación telefónica para tratar el tema de energía y el envío de fertilizantes rusos a Brasil. 

Mientras que en julio, durante una conversación con simpatizantes, criticó abiertamente las sanciones contra Rusia: 

“Las barreras económicas de EUA y Europa contra Rusia no funcionaron. Mi línea fue la del equilibrio, además de negociar los fertilizantes, la seguridad alimentaria para el mundo y la soberanía de nuestra Amazonía”. 

Dijo apoyar todos los esfuerzos para reducir los impactos económicos de esta crisis. “No creemos que el mejor camino sea la adopción de sanciones unilaterales y selectivas, contrarias al Derecho Internacional. Estas medidas han perjudicado la recuperación de la economía y han afectado a derechos humanos de las poblaciones vulnerables, incluso en países de la propia Europa”. 

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