Fuera de Brasil, la situación de la selva tropical más grande del mundo, considerada un factor clave para frenar el cambio climático, es vista como un asunto crucial de la elección presidencial.
Sin embargo, los incendios y la deforestación han estado casi ausentes de la polarizada campaña entre el ultraderechista Jair Bolsonaro y el izquierdista Luis Inácio Lula da Silva, y muchos votantes tienen otras preocupaciones más allá de lo que pasa en esa región de Brasil, a miles de kilómetros de distancia.
“No sé, hermano, es tan lejos, pero obviamente es importante y vale la pena cuidarla. Hay muchos problemas más visibles que la selva tropical”, dijo Felipe Guimaraes, instructor de surf en la playa Ipanema de Río de Janeiro.
Muchos votantes brasileños citan la economía, la inseguridad, la educación y la corrupción entre sus principales preocupaciones. “El país tiene una desigualdad social muy grande y nos estamos recuperando de una pandemia. Hoy, hay brasileños preocupados con sobrevivir, tener un trabajo, comida en su mesa, acceso a un médico”, mencionó Daniel Costa Matos, un analista informático de 38 años, en la capital Brasilia.
Aunque, añadió, la Amazonia es de extrema importancia, su mayor preocupación es la corrupción.“La crisis climática, la tala en la Amazonia, todavía están lejos de la realidad de muchos brasileños”, afirmó la activista ambiental Giovanna Nader.
“A veces nos sentimos solos”
Para los pueblos indígenas de Brasil la lucha a veces puede ser solitaria, incluso después de cuatro años denunciando las políticas del presidente Bolsonaro como violentas y perjudiciales para el medioambiente.
La mayoría de los brasileños nunca visitó la Amazonia. Manaos, capital del estado de Amazonas, está a 2 mil 800 kilómetros de Río de Janeiro. Es casi la misma distancia entre Rio y Santiago de Chile.
“Lo que nos preocupa mucho es que la visión de los brasileños sobre preservación ambiental (…) es muy superficial. A veces nos sentimos solos, que estamos luchando contra una fuerza muy poderosa, las grandes corporaciones que explotan nuestros territorios, y que la población brasileña no se involucra”, señaló Dinamam Tuxá, coordinador ejecutivo de la Asociación de Pueblos Indígenas de Brasil (APIB).
Sin embargo, la deforestación anual promedio en la Amazonia brasileña durante el gobierno de Bolsonaro aumentó 75% comparada con la década anterior, según cifras oficiales.
El izquierdista Lula da Silva, su rival en las presidenciales y que también lidió con ese problema durante sus dos gobiernos (2003-2010), se refirió en algunas ocasiones a la situación de la selva durante la campaña, especialmente en visitas a la región y en entrevistas con la prensa internacional.
Amazonia ausente en campañas
Pero en general el asunto sobre la Amazonia ha estado muy ausente de una campaña marcada por la desinformación y una polarización extrema, con episodios de violencia política.
“Se convirtió en una campaña política de ataques muy personales entre los dos candidatos. Tengo la impresión de que las personas hablan mucho más sobre ‘fake news’ que sobre la Amazonia”, afirmó la artista Karla Koehler, mientras toma el sol en Ipanema.
Para esta artista de 35 años, esta elección se trata básicamente sobre el mantenimiento de los derechos democráticos básicos. Las y los críticos de Bolsonaro lo ven como una amenaza a la democracia, luego de un gobierno marcado por más de 680 mil muertes durante la pandemia, ataques al sistema judicial y los medios, e insinuaciones de que no aceptaría una derrota en las urnas.
Por otro lado, Lula continúa con su imagen manchada por el escándalo de corrupción que lo llevó a prisión durante 18 meses, antes de que la condena fuera anulada por la Corte Suprema por irregularidades procesales.
En el mayor país de América Latina, más de 33 millones de personas pasan hambre, 73% más que en 2020, según la Red Brasileña de Investigación en Soberanía y Seguridad Alimentaria. Unos 11 millones son analfabetos, según cifras oficiales.
Brasil también tiene uno de los índices de criminalidad más altos del mundo, con 47 mil 503 asesinatos en 2021, aunque la cifra fue la menor en una década, según el Foro Brasileño de Seguridad Pública.
“El desafío es que las personas y los gobernantes entiendan que la agenda ambiental está directamente ligada a factores como el hambre, la falta de viviendas, la criminalidad o la crisis económica”, apuntó Marcio Astrini, del Observatorio del Clima, una coalición de grupos ambientalistas.