Entiendo y respeto, aunque no la comparto, la posición de Andrés Manuel López Obrador respecto al ejercicio de la acción penal contra Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Ajeno al espectáculo propagandístico, comprometido, como está, con el proceso de construcción de paz, el Presidente ha insistido reiteradamente en que “no es su fuerte la venganza” y en que, antes que perseguir a los ex presidentes, prefiere mirar hacia adelante e impulsar la transformación del país.