Reportajes especiales

Ataque con ácido: “condena justa no es capricho, es necesidad para vivir en paz”

Elisa Xolalpa fue víctima de un ataque de ácido que le quemó 40% de la superficie corporal. Estuvo a punto de perder la vida y desde ese momento sus días se transformaron en una lucha contra la injusticia y el terror de sufrir una nueva agresión. La Fiscalía General de Justicia de Ciudad de México (FGJ-CDMX) catalogó este delito como violencia intrafamiliar y no como un intento de feminicidio lo que pone en mayor riesgo a la víctima de estos hechos.

Elisa salió de trabajar en noviembre del 2000, hace 20 años, cuando ella tenía apenas 18 de edad. En casa tenía un hijo de apenas unos meses. Los dos, madre e hijo, vivían con Javier, un hombre que en ese momento tenía 19 años, quien ya la había golpeado y agredido en varias ocasiones. 

A finales de ese año, Elisa le dijo a su pareja que ya no quería seguir con esa relación, él enfureció y la amenazó con un vidrio roto sobre la cara. Dos días después de ese incidente, ella lo vio en la explanada del centro de Xochimilco, la tomó con fuerza del brazo y la subió a un taxi, ninguno de los dos dijo alguna una palabra en todo el camino.

Llegaron a una de las chinampas donde producen plantas ornamentarles, ella pensó que iban a tapar unas nochebuenas que estaban preparando para el inicio de diciembre, sin embargo, al llegar al lugar Javier la golpeó hasta dejarla inmóvil, no había nadie en el lugar. La amarró con un mecate a un poste. Sacó, de unas bodegas, un garrafón de 20 litros que contenía ácido; lo vació en el cuerpo de Elisa, quien pese a sus intentos le fue imposible liberarse. El propio acido quemó las cuerdas y solo así pudo huir a la casa de unos vecinos. El agresor se fue, tomó el transporte público y no se supo más de él por los próximos 19 años.

Cuando el Ministerio Público fue a tomarme la declaración al hospital, mi madre fue quien firmó esa denuncia porque los brazos los tengo quemados y la mano derecha la tengo quemada con un amputación de un dedo y dos que quedaron sin funcionalidad. Estuve hospitalizada tres meses, entré en noviembre y salí a finales de enero. Fue un tratamiento difícil porque imagínate que hace 20 años ni siquiera se conocían los ataques con ácido. Fue complicado que me atendieran, estuve vagando por varios hospitales porque no había un protocolo para atender mi caso. Hasta que llegué al hospital 20 de noviembre donde comencé mi tratamiento”, relató Elisa a Once noticias.

Tras salir del hospital se enfrentaba a otra realidad. El ataque físico y emocional cambió su vida en su totalidad.

“Ya no era la mujer que se veía al espejo con esa piel con la que nací, sino ahora tuve que enfrentarme a este sistema donde el físico da mucho de qué hablar”.

“Fue muy complicado en ese tiempo tratar de acceder a la justicia y más desde una comunidad originaria, vivir a casi dos horas y media de la fiscalía es muy difícil. A mis hijos les hacen burla por mi apariencia, a todos nos afectó esto que me hizo”, explicó Elisa.

En 2019, el agresor regresó al pueblo y hubo dos eventos en los que amenazó a Elisa. Uno fue el 29 de agosto y otro el 16 de noviembre.

“Él es de mi pueblo y cuando lo veo la primera vez (en agosto 2019) me lo encuentro en el mercado de plantas, donde vendemos nuestra producción la mayoría de los que trabajamos aquí.  Me empieza a jalonear y me dijo que venía a terminar lo que en su momento me hizo. No sé qué me quería hacer ese día, pero se acercó un vehículo particular y por eso se alejó. En noviembre lo volví a ver en el mismo mercado donde trabajo todos los días. Me aborda, me tira la carretilla de mi producción que llevaba y comenzó a burlarse de mí, me dijo que cuando menos me lo imagine iba a termina lo que dejó pendiente, es ahí cuando yo regreso a la fiscalía y abro la carpeta de investigación que hay ahorita, pero solo se levantó por el delito de violencia familiar”, explicó.

La primera denuncia que se levantó en 2001 fue clasificada como “lesiones”. Durante los 19 años que su agresor no estuvo en el pueblo, Elisa trató de ver qué pasaba con su investigación, pero se enfrentaba a la negativa de que no existía tal carpeta. 

“Los años pasaron y ahora Elisa pide que encuentren esa carpeta para poder configurar el delito de feminicidio en grado de tentativa.No estoy conforme con la tipificación del delito, por eso esperamos que la fiscalía pueda retomar la denuncia que hicimos hace 20 años, porque de la copia que yo tengo no sirve porque en ninguna dependencia hay registro de mi ataque a excepción de la Coordinación de Estadística y Criminalista, donde hay una denuncia con mi nombre y el delito, pero no está la carpeta de lesiones“, declaró. 

“Llevo 20 años con estas lesiones y me voy a morir así, él no me quería lesionar, él me quería matar y por eso pensamos que es importante que retomen el proceso de 2001 para que se pueda dejar un precedente en la comunidad de que así pasen 10, 20, o 30 años, los agresores van a ser juzgados por los eventos que ocasionaron contra las mujeres”.

Actualmente Javier está en prisión preventiva desde el 10 de febrero de 2021, a dos años de su última amenaza. El 11 de septiembre fue la primera audiencia en donde lo vincularon a proceso, él solicitó llevar su proceso en libertad, pero el juez se lo ha negado.  

Ellos, (la fiscalía y el agresor) dicen que yo me provoque esto y la fiscalía no tiene la denuncia que pusimos hace años y la única copia que yo tengo me reclaman por la firma, pero no entienden que en ese momento no podía firmar, no ven como tengo las manos y no entienden que por eso la firmó mi madre”, reclamó Elisa.

El abogado de Javier quería llegar a un acuerdo económico, dijo a la víctima que la familia estaba dispuesta a pagar lo que sea para que termine el conflicto ahí, pero Elisa sabe que de su condena también depende su vida.

He aguantado todo este tiempo como para venderme a la mera hora, al final de la audiencia su abogado le solicitó al juez que yo dijera la cantidad y la familia estaba dispuesta a dármelo, pero yo no me voy a vender y no acepté. El abogado se le fue contra el ministerio público y comenzó a gritarle e insultarla. Ella solicitó que me sacara por otra puerta para evitar alguna agresión del abogado o la familia”, detallo Elisa sobre el último proceso que han tenido. 

La floricultora espera que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) se pronuncie por el evento de 2001.

Yo no estoy mintiendo, sé que yo no me ocasioné esto como ellos dicen. Las autoridades me reclaman porque deje pasar mucho tiempo, pero no es que yo quería, es que las autoridades no me dieron respuesta, yo busque y ellos me cerraban la puerta y no me daban opciones. Dicen que la condena es de 12 años y que eso se puede reducir. Si él en un primer evento no logró matarme, no dudo que, si sale, en poco tiempo vendrá con más coraje contra mí. No es capricho la condena justa, es una necesidad para poder vivir en paz. La violencia familiar es la antesala de los feminicidios y yo ya no quiero pasar una agresión más”, detalló la víctima.

Durante estos 20 años de lucha, Elisa no ha tenido un abogado privado. Apuntó que ha sido Teresa González, antropóloga social, quien le ha acompañado y asesorado durante este largo proceso, de hecho, fue ella quien ayudo para una reunión con la fiscal capitalina Ernestina Godoy, quien está enterada de la problemática del caso.

“Cómo es posible que en estos días cataloguen ese ataque como violencia familiar, eso es lo que le dije a la fiscal, mi vida está en riesgo si ese tipo sale”, concluyó Elisa Xolalpa.

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