Reportajes especiales

Evitar estigmatización de adolescencia y trabajar en programas contra violencia, urge especialista

Especialista de la UNAM llama a generar una nueva visión de la escuela, donde se trabaje en el desarrollo y bienestar de niñas, niños y jóvenes

Tras hechos como los tiroteos registrados en escuelas de Estados Unidos y, hace algunos años, en México, el cuestionamiento que la mayoría de las personas se hace es ¿qué pasa por la mente de jovenes agresores?

Especialistas como la doctora Maricarmen Montenegro, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, opina que no se debe estigmatizar a las y los jóvenes por los hechos violentos que desembocan en tragedia, sin antes analizar el conflicto de fondo donde están involucrados la sociedad, la escuela y la familia.  Y no se trata de justificar los actos delictivos donde perece gente inocente, sino de trabajar en programas que hagan crecer a esos jóvenes en ambientes sanos, de bienestar y tranquilidad para evitar llegar a esto.

 “Creo que hay una sobre estimación al número de delincuentes-adolescentes que hay (en Estados Unidos); por otro lado, creo que estamos comparando Texas con México, (debemos ver que) son culturas diferentes, aunque la región donde estaban (en el tiroteo en la escuela de Uvalde, Texas) es de muchos latinos y mexicanos sin la menor duda”, dice en entrevista con Once Noticias.

Para explicar este tema, la maestra pone como ejemplo, un análisis del número de adolescentes en México. Empieza sosteniendo que, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), hay 13.7 millones de jóvenes de 12 a 17 años; mientras que, al cierre del 19 de mayo, el Censo Nacional de Gobierno de Seguridad Pública y Sistema Penitenciario reportaba que había mil 432 adolescentes privados de la libertad, en comparación con la cantidad de adolescentes que se tiene en total y que viven en pobreza extrema. De este número, poco más de 20% ha declarado que en sus colonias es fácil conseguir armas.

“De tal manera que, a mí me parece que a veces se estigmatiza al adolescente y lo que más preocupa es que se vuelvan delincuentes; sin embargo, hay aspectos que marcan algunas encuestas acerca de la cantidad de trastornos mentales que tienen adolescentes entre 10 y 19 años, que con frecuencia se desarrollan antes de los 14 años, es decir, que nunca se dan cuenta. Esto, es un contexto de pensar al adolescente como delincuente”.

Considera que como sociedad se debe reconocer en ellos todas sus necesidades para potenciar su desarrollo. Apoya su hipótesis describiendo a los jóvenes, no como una reacción “espontánea”, sino como un ente que llega a la adolescencia con aprendizajes y valores; o en condiciones donde pueden o no ser presa fácil para la delincuencia.

También en México suceden tiroteos

Ahora bien, para hablar específicamente del delito que involucra tiroteos en escuelas, la experta refiere a dos perpetuados en México. Uno en el Colegio Americano de Monterrey, en enero de 2017; el segundo, en el Colegio Cervantes de Torreón, en enero de 2020.

 “En ambos casos había armas en la casa. En la de 2017, había una condición de un padre que practicaba la cacería; en el de Torreón, era un chico que -incluso- en la escuela no lo marcaban ni como inquieto ni agresivo, pero el padre y abuelos se dedicaban al narcotráfico”, resalta.

La académica describe un fragmento del libro de Julio Sherer, “Niños criminales”, donde dice que, la forma de cometer delitos de algunos adolescentes es tremenda, sin embargo, se pregunta, ¿qué hemos hecho como sociedad para que nuestros niños puedan hacer esas cosas?

“Hay cosas simbólicas de dolor de estos jóvenes, aquí la escuela tiene una carga bien pesada, aunque sería muy injusto echarle la culpa a la escuela. La escuela es un escenario muy importante para descargar ahí la furia, resentimientos. La escuela representa simbólicamente un contexto bien importante para los jóvenes, nos referimos a adolescentes que traen un sufrimiento”.

Bullying

La doctora Maricarmen Montenegro asegura que la escuela tiene en el adolescente una función particular, pero el bullying se genera en ese espacio, cuando el propósito es que se aprenda a convivir en paz.

El acoso escolar, según su percepción, es un concepto derivado del análisis del comportamiento animal, de que un grupo recurre a la ofensa y violencia contra alguien de manera recurrente; por ello, apunta que una cosa es que exista la violencia en los espacios y otra el bullying generado en la escuela.

La doctora en psicología refiere que los niños, niñas o jóvenes también se ven afectados en un entorno familiar violento.

“Las familias están atrapadas, no sólo es ponerles más jardines, es importante, pero hay mucho que hacer en la escuela, ésta es un soporte de lo que la familia no puede ser, es un cobijarlos. Teniendo tantos millones de adolescentes hay que apresurarnos a generar condiciones, cada uno, desde el espacio que tenemos”.

Así mismo, llama a generar una nueva visión de la escuela donde los maestros no se involucren también en el bullying, donde se les enseñe a gestionar conflictos.

“No sólo son leyes que encarcelen; creo que se deben generar programas de difusión donde se alerte a las familias, donde se les haga sentir cuál es su compromiso; hay niños que piden a gritos ayuda; los maestros han sido abandonados en ese sentido, lo vimos en la pandemia; los niños se aburrieron soberanamente y nosotros sufríamos porque no estábamos capacitados para enfrentar un problema de esa naturaleza”.

En términos cuantitativos, la especialista reconoce que México no ha llegado a lo que Estados Unidos en este rubro; no obstante, opina que ello no debe llevarnos a “cantar victoria”, sino a estar alerta porque hay mucho que hacer.

“Hay un gran desencuentro entre lo que un adolescente ve en su teléfono interactivo, a la escuela que se vuelve terriblemente aburrida. No debemos estigmatizar a los adolescentes; sin embargo, la preocupación está en que no se vuelvan delincuentes, ¡no!, veamos porque tengan un desarrollo de bienestar, grato, de plenitud, eso es lo que no les hemos podido dar”.

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