Aún había luz de luna, eran pasadas las cuatro de la madrugada, cuando una decena de mujeres comenzaba a despertar y preparar café. Alistaron las lonas con rostros de sus familiares desaparecidos. Subieron a las camionetas y partieron rumbo a la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Cuernavaca, para iniciar una charla con policías. El cambio de turno de los policías es a las siete de la mañana. Se esperaba un aforo mayor al centenar de personas; solo llegaron 28 uniformados, quienes se formaron frente a las madres, se pararon en firmes con las armas listas y empezaron a escuchar. Juan Carlos Trujillo, uno de los fundadores de la Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, externó que “hemos normalizado la violencia, una violencia que no es nuestra, que inició hace 16 años con la mal llamada guerra contra el narcotráfico, pero ese plan se gestó desde Estados Unidos para dotar de armas a la policía y a la sociedad civil y de manera provocada hacer que nos matemos entre nosotros, causando un gran impacto al país y deshumanizándonos como persona”.
“Eso les estamos dejando nuestros hijos. Son armas gringas las que ocasionan este problema, porque nos estamos matando entre nosotros y lo único que perdura son las armas que nos dejan instaladas. Con la entrada del nuevo presidente se decretó el no a la guerra contra el narco. Pero parce que ustedes (policías) y nosotros como sociedad no escuchamos el gran problema. Morelos en su conjunto no tiene seguridad y estamos viendo que México como Morelos son una fosa clandestina y en ellas están personas como ustedes y como nosotras que tenían sueños y vidas para salir adelante”.Cuando se instaló esta política de guerra había niños que tenían 10 ó 5 años, hoy ya tienen 20 ó 25 y son jóvenes quienes normalizaron la violencia. Las familias pidieron a los policías que se quitaran el uniforme por un momento, que reflexionen sobre el país que le quieren dejar a sus hijos. “Hoy la Brigada propone cruzar nuestras miradas y crear un pensamiento diferente para relacionarnos de otra manera entre instituciones y sociedad civil. Hemos trabajado con los municipios, el estado, la federación y organismos internacionales porque la brigada se convirtió en un modelo de intervención donde priorizamos al ser humano que hemos dejado bajo las armas y los uniformes. Existen dos grandes leyes y una de ella la tiene que ver con todo lo que sucede. ¿Ustedes conocen la Ley General de Desaparición Forzada y por particulares?”, expresó. Ninguno de los uniformados respondió y uno que otro movía la cabeza diciendo que no.
“Me da gusto que sean honestos, necesitamos que el municipio los capacite para este trabajo. La ley tiene como columna vertebral que ustedes (los servidores públicos) pueden ser partícipes de este delito por omisión, por colisión o por aquiescencia, cualquiera de ustedes puede ser acusado por desaparición forzada si cometieron alguna de estas faltas. Tienen que tener esa formación básica y elemental para las corporaciones de seguridad. Pero si esto sigue pasando en Morelos es porque ya está cantado desde la política bélica”.“Queremos que se den cuenta de los impactos que tiene una desaparición, porque no sólo desaparece una persona en ese momento, sino que desaparecen a toda la familia ya sea por su acción u omisión. El arma más letal con la que nos han sometido, ni siquiera son estas que cargan, es el miedo con lo que nos han friendo, pero la brigada viene a quitarnos el miedo y mostrar una manera distinta de relacionarnos entre policías y sociedad”, explicó uno de los fundadores de la Brigada. Al final de su intervención, Juan Carlos Trujillo les pidió a los policías que abracen a sus hijos cundo lleguen a casa “porque si esto no cambia no sabemos cuándo los dejaran de abrazar, así como nos pasó nosotros”. Para las familias es una misión dejar sus casas y trabajos, dejaron todo solo para tratar de cambiar a este país. Maricel Torres Melo, quien llegó de Poza Rica, tomó la palabra para presentar su caso. Mi hijo Iván Eduardo Castillo Torres fue secuestrado y desaparecido el 25 de mayo de 2011.
“Desde ese momento fue mi muerte, hoy vivo por vivir pero lo que me mantiene de pie es la esperanza de un día saber de él. Quizá mi hijo no esté vivo pero quiero lo que queda de él”.“Estamos aquí tratando de llegar a su corazón porque queremos volver a confiar en ustedes. En mi investigación descubrí que la policía intermunicipal fue parte de la desaparición de mi hijo. Es terrible, porque en lugar de sentirnos protegidas tenemos a una policía que por dos mil pesos más entrega la vida de los jóvenes. Nosotras, las familias decidimos unirnos para exigirles a las autoridades que trabajen en este camino donde nos colocó la vida. Yo les pido que no se dejen corromper, que no trabajen para el crimen organizado, nosotras queremos volver a creer en ustedes. Yo perdí la confianza de la policía porque les tenía miedo, quisiera que México cambiará porque detrás de una desaparición desaparece toda una comunidad, se nos acaba todo. Nos dejaron sin nada pero aquí estamos luchando y llegando al corazón de ustedes porque esperamos que aún pueden reflexionar y si tiene hijos piensen en ellos para que tengan un futuro libre de violencia”, declaró. Maricel.