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Persiste exclusión laboral de personas con discapacidad

Verónica tiene 38 años, padece esclerosis múltiple, y cuenta su historia para invitar a que las empresas ayuden a reducir y acabar con la discriminación laboral

Cada 27 de febrero se conmemora el Día Nacional por la inclusión Laboral, que busca generar conciencia en la sociedad para evitar discriminar a las personas en las empresas, desde el hecho de no darles trabajo. En México en la última década, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) reportó por lo menos mil 400 expedientes como presuntos actos de discriminación laboral hacia personas consideradas con alguna discapacidad. En tanto que sólo 25% de las personas con alguna discapacidad que tiene una ocupación económica, cuentan con contrato y sólo 27% de ellas tienen prestaciones médicas. Verónica López Dufau es mexicana, tiene 38 años y vive con esclerosis múltiple, una enfermedad crónica-degenerativa y autoinmune del sistema nervioso central, que provoca deterioro neurológico progresivo y afecta la capacidad cognitiva, la vista, el movimiento y el habla de quienes viven con ella. Actualmente, se considera a esta enfermedad como la principal causa de discapacidad no traumática en adultos jóvenes en México, ya que se detecta en un rango de edad entre los 20 y 40 años. La Esclerosis Múltiple es poco conocida en nuestro país por lo que sus síntomas no se reconocen fácilmente y pueden generar relego y discriminación, principalmente en la esfera social y laboral. En el marco del Día Nacional de la Inclusión Laboral, que se celebra cada 27 de febrero, Merck, una empresa de ciencia y tecnología en el área de la salud comparte la historia de Verónica, para recordar la importancia de empatizar con los pacientes: “Antes de conocer a mi actual compañera de vida, yo era una mujer como cualquiera otra. A mis 38 años, solía aprovechar cada momento para disfrutar de todo aquello que me pertenecía y me hacía feliz: trabajo, familia, amigos. Desde pequeña experimenté situaciones poco comunes, a los seis años tuve mi primera parálisis facial, misma que mis papás atribuyeron a un cambio brusco de temperatura, o bien, a una cuestión viral. Sin embargo, a mis 30 vino el segundo episodio de parálisis facial y el último a los 33.Mi cuerpo siempre dio mensajes, pero nunca presté atención. Pensaba que aquella sensación de temblor por todo mi cuerpo era poco común, pero no debía preocuparme demasiado y no lo hice, hasta aquel momento que cambió mi vida.
“Tengo la fecha grabada en mi memoria: 24 de abril de 2014. Regresaba de un desayuno laboral y al sentarme frente a mi escritorio, parecía que la computadora estaba jugando conmigo, no entendía lo que estaba escrito en ella. De pronto, todo se borró y no supe de mí. Mis compañeros dijeron que había convulsionado”.
El doctor general me envió con el especialista en neurología tras realizarme una resonancia magnética y descubrir en ella las marcas en mi cerebro. Después de un par de estudios más que incluyeron una punción lumbar y otro llamado bandas oligoclonales, el diagnóstico fue Esclerosis Múltiple. Sentí que todo me daba vueltas. Al miedo de vivir con una enfermedad crónica y degenerativa, sumé todo lo que implicaría. La idea de perder mi trabajo vino a mi mente de inmediato. Sé bien que estas enfermedades se relacionan con discapacidad. Pensé que estaría enfrentando no sólo al padecimiento, también al desempleo. El destino a veces nos sorprende. Aunque en ese momento yo trabajaba como asistente de la unidad de oncología, Merck, la compañía de innovación y tecnología, también cuenta con una unidad de Neurología, en la que me brindaron apoyo y me pusieron en contacto con especialistas en la enfermedad para dar seguimiento. En México existe aún mucho desconocimiento sobre la esclerosis múltiple. Hay mitos y, sobre todo, poca empatía por los pacientes. Se piensa que la enfermedad es sinónimo de minusvalía y por ello se nos aparta, se nos relega e, incluso, a la mayoría, se les despide injustificadamente de sus trabajos, o bien, se les impide ser considerados para un puesto laboral. Hoy quiero contar mi historia para recordar la importancia de la empatía hacia nosotros. Vivir con esclerosis múltiple es más complicado de lo que se cree, sobre todo, cuando además de los estragos que puede provocar nuestra enfermedad, nos enfrentamos a las limitantes que impone la sociedad. Unamos esfuerzos para recordar la necesidad de inclusión y respeto que tenemos los pacientes. Que todas las empresas recuerden que el apoyo emocional y la confianza son elementos que mejoran significativamente nuestra calidad de vida y nos permiten desarrollarnos con ayuda de la innovación médica”.

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