La afiliación sindical en el mundo se ha visto impactada derivada de la crisis de la pandemia por COVID-19, pero también por los acelerados cambios tecnológicos, la globalización, los cambios sociales, ambientales y otros factores, los que están modificando los mercados laborales y las dinámicas del trabajo.
El sindicato es una figura fundamental en el derecho laboral de las y los trabajadores. Se concentran puntos de organización para la defensa de sus derechos laborales y de mejores condiciones de trabajo en la relación obrero-patronal. No obstante, se observa una disminución en la afiliación sindical, por lo que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) asegura que existe el reto de que se revitalicen.
En América, según la OIT, la filiación sindical se mantuvo estable hasta 2018. Aunque al observar por cada región disminuyó la filiación, por ejemplo, en América Central y el Caribe, pasó de 15% a 13%, en el período que va de 2008 a 2016.
En América del Norte cayó de 14% a 12%; en contraste, en América del Sur aumentó de 18% a 20%.
En el caso específico de México, las cifras se armonizan con las generalidades de la OIT. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la tasa de trabajadores sindicalizados ha disminuido. En 2010, a nivel nacional, la tasa de sindicalización fue de 14.5%. En 2018, 12.04%; mientras que en 2020, la tasa fue de 12.4%.
El Inegi reportó que, en el segundo trimestre de 2021, disminuyó la tasa de trabajadores subordinados y remunerados al pasar de 72.6%, en el periodo de 2020, a 68.5%.
La OIT señala que es importante la filiación sindical porque permite que los trabajadores y trabajadoras pueden ser un apoyo para generar diálogo social para hacer frente a situaciones como el COVID-19 y para fortalecer y proteger los derechos de las personas.
En México, los sindicatos, durante largo tiempo, respondieron a los intereses del partido hegemónico (al menos desde la segunda mitad del siglo XX).
Algunos antecedentes
En México, los primeros sindicatos nacieron en la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, la historia del sindicalismo se enmarca en la consolidación del capitalismo en Europa, a raíz de la Revolución Industrial, y que luego se extendió al resto de los continentes. América Latina no se vio ajena a ello aunque construyó una identidad sindical propia.
Francisco Zapata, en su libro El sindicalismo latinoamericano (Colmex, 2013), afirma que la identidad de la clase obrera en la región se forjó con la especificidad campesina e indígena que fueron aglutinándose en oficios y que buscaban oponerse a las condiciones inhumanas de los centros de trabajo.
Las primeras organizaciones cohesionaron a artesanos y a la mano de obra en proceso de proletarización, en sociedades mutualistas y cooperativas. Según Francisco Espinoza y Amalia Zallas, en su texto Orígenes del sindicalismo en México, afirma que estos organismos antecedieron al sindicalismo.
Espinoza y Zallas afirman que desde 1850 se establecieron algunas sociedades mutualistas como la Sociedad de Artesanos en Guadalajara o la Sociedad Particular de Socorro Mutuo (formada por obreros sombrereros en Ciudad de México y establecida en 1853).
Es hasta 1870 que surge el Gran Círculo de Obreros de México, que fue la primera Central Nacional de Trabajadores. Seis años más tarde, apareció el Congreso Obrero Permanente, considerado el primer organismo sindical nacional.
Estos organismos comenzaron a tomar fuerza. Al mismo tiempo surgieron los primeros movimientos sindicales que tuvieron bases ideológicas marxistas, liberales y con un sentido emancipador; exigían y reclamaban cambios de la sociedad industrializada y denunciaban los efectos que tenía la proletarización.
Los primeros movimientos sociales obreros tuvieron por objeto defender el salario, combatir el reajuste, lograr la abolición de la leva, reducir la jornada de trabajo y hacer frente a la brutal explotación femenil e infantil”, tal como afirmó Espinoza y Zallas.
A principios del Siglo XX, durante el ‘Porfiriato’, la represión hacia las organizaciones sindicales no se hizo esperar y orillaron a muchas a su extinción. Hay que recordar las huelgas históricas de Río Blanco, Veracruz (1907), encabezada por el Gran Círculo de Obreros Libres, o Cananea, Sonora, (1906) encabezadas por la Unión Liberal Humanidad ambas fueron reprimidas violentamente.
Unos años después nacieron sindicatos de gran relevancia, por ejemplo:
-La Confederación Tipográfica de México (1911)
-El Departamento del Trabajo y la Casa del Obrero Mundial (1912)
-En 1918, se creó la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) en Saltillo, Coahuila, por petición de Venustiano Carranza.
No obstante, es en 1917 que en la Constitución, bajo el Artículo 123, se reconoció el derecho de la organización sindical. Desde entonces, los sindicatos comenzaron a cobrar fuerza en el escenario laboral.
La segunda mitad del siglo XX
Hacia la década de los treinta se conformó la Confederación General de Obreros y Campesinos de México, antecedente de la CTM, por Vicente Lombardo y Fidel Velázquez, miembros de la CROM.
En la segunda mitad del Siglo XX algunos autores afirman que los sindicatos se afiliaron al partido político hegemónico, el PRI. Tal institucionalización tuvo un impacto en la organización sindical, ya que rompió con las bases ideológicas que durante largo tiempo sentaron las bases de los movimientos sindicales.
No obstante, con el paso del tiempo los sindicatos han perdido fuerza y los movimientos sindicales han padecido algunos golpes, por ejemplo, en 2009 se disolvió el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), lo que fue un golpe a los derechos laborales del país, durante el sexenio de Felipe Calderón.
Revitalizarse: OIT
Existen diversos factores que explican un ‘envejecimiento’ de los sindicatos. En México, la situación laboral es compleja y no se ha visto ajena a las transformaciones e impactos de los cambios económicos, políticos y sociales.
Ante ello, la OIT señala que el descenso a la afiliación sindical se debe a diversos factores: el paso de empleos manufactureros a empleos de servicios, externalización de los empleos sindicalizados, la informalización de la economía y la mutación de la relación laboral o la automatización.
El organismo internacional señala que hay cuatro escenarios para los sindicatos: el peor de ellos es la marginación, que combina el envejecimiento. Los otros son la dualización y sustitución.
La organización afirma que los sindicatos se deben revitalizar, lo que implica buscar mejores “tácticas y coaliciones innovadoras, a fin de organizar y defender a todos los trabajadores y de reforzar un diálogo social incluyente y eficaz”.
Además, deben participar en un diálogo social incluyente y eficaz para mejorar el trabajo decente; organizar, a los trabajadores de la economía informal, porque permitiría brindar protección a los sectores más desprotegidos.
La OIT señala que “se necesitan sindicatos fuertes para construir un mundo del trabajo basado en el desarrollo sostenible y que garantice trabajo decente para todos y todas”.
En México, en la actualidad son cuatro las principales centrales obreras: la Confederación de Trabajadores de México (CTM), Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) y la Unión Nacional de Trabajadores (UNT).
Trabajadores y trabajadoras del sector de la educación conforman el sindicato más grande y robusto de América Latina concentrados en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
La segunda concentración sindical más grande del país es la de trabajadores de fabricación industrial y manufacturas. En tercer lugar se encuentra la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE).