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Viridiana fue sentenciada a 40 años de prisión, pese a pruebas de inocencia

El caso de Viridiana llegó al Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria del Alto Comisionado, en 2017, aunque jueza desestimó las pruebas de tortura sexual, física y psicológica de la que fue víctima por la AFI.

El 6 de enero, Viridiana cumplió 13 años de estar en prisión preventiva dentro de un Penal Federal por un delito que no cometió. Fue privada de su libertad por agentes de la antigua Agencia Federal de Investigación (AFI) y sentenciada a 40 años de cárcel.

Pero la historia de Viri, como le dice su familia, no es aislada y ella misma reconoce que su relato no es único y forma parte de las tantas víctimas de la guerra contra la delincuencia organizada, durante el contexto calderonista.

Su detención, las vejaciones que sufrió y la injusticia de su largo proceso, continúan, la persiguen. La pesadilla, parece, es permanente. 

Todo comenzó así

Finales del sexenio calderonista, 6 de abril de 2010, Viri trabajaba como mesera. Esa mañana fue a visitar a una de sus amigas para desayunar, tenía que pagar la renta y después del desayuno salió en busca de un banco. La hija de su amiga decidió acompañarla, era un viaje de ida y vuelta que tardaría menos de 20 minutos. 

A medio camino un convoy de 20 civiles armados bajó a las dos mujeres del auto, las golpearon, y a punta de pistola, las subieron a diferentes vehículos. 

“Mi detención fue ilegal puesto que no contaban con ningún tipo de orden, ni identificación, ni nada, ni siquiera iban uniformados. Nunca di por hecho que fueran policías, al contrario, desde que se me acercaron todo fue agresiones y con mil insultos, sinceramente yo pensé que nos iban a secuestrar. Les decía que no sabía lo que pasaba que por favor la dejara ir (a la niña). Me decían que aún la traían y que le harían daño, pero en realidad ya la habían dejado ir, sólo que yo me enteré mucho después”, contó Viri a Once Noticias.

A Viridiana la llevaron a la altura del Hotel Tepalcapa, en Cuatitlán Izcalli, y la cambiaron de vehículo, pero antes de bajarla un policía le preguntó por su expareja, un hombre que había conocido hace poco y que también trabajaba como policía.

Ella no sabía nada y el funcionario amenazó con asesinarla si no contestaba sus preguntas. La sobrevivente cuenta que siempre ha tenido la idea que viajaron de norte a sur. Por los tiempos calculó que salieron de periférico a la altura de Chapultepec.

“Yo me preguntaba de qué va esto. Ella (una mujer policía) me decía que era gente de la policía. No le creía, yo pensaba que la policía no te podía hacer eso. Luego llegó otro tipo gritándome y diciéndome que no levantara la cabeza porque me iba a matar y me vendó los ojos. Me bajó de la camioneta con un arma en la cien, me agarró del cabello, me jaloneó muchas veces, al grado de que me lastimó muchísimo el cuello. Luego escuché como cortaron cartucho en mi cabeza y di por hecho que me iban a matar”, contó.

Posteriomente, la metieron a un cuarto cerrado (esto lo supo porque el sonido develó cercanía). Era un lugar muy pequeño. La sujetaron a una banca de gimnasio en donde apenas cabía del pliegue de sus rodillas al cuello. 

Ahí comenzaron los relatos que se han replicado desde la guerra sucia hasta la actualidad. La tortura sistemática que caracteriza a los ejércitos de las dictaduras contra la población civil.

Viridiana fue víctima de las vejaciones más denigrantes: fue golpeada, amordazada y asfixiada con una bolsa de plástico. Luego la ahogaron con chorros de agua en su nariz y boca. Fue obligada a respirar chile piquín y sometida a electroshocks en sus partes íntimas. Fue víctima de tortura sexual.

La joven cuenta que la tortura psicológica, física y sexual de la que fue víctima está acreditada por el protocolo de Estambul, como parte del peritaje que hizo el Consejo de la Judicatura Federal, en 2017.

Fueron 13 horas en las que estuvo sometida a la tortura. Viridiana contó cada golpe que recibió, como una forma para distraer su dolor; en total, comparte, fueron 50 golpes con una tabla que le deshicieron su piel.

Fue obligada a firmar una declaración ministerial prefabricada. Viridiana recuerda que la amenazaron con sus hijos y su padre, un laudero que vive en Tultepec y que se dedica, de forma digna, a arreglar instrumentos musicales.

Viridiana busca justicia

Sofía Viridiana Sánchez Guerra nació en agosto de 1987, en el municipio de Tultepec. La historia de su familia se arraiga a la tradición musical y a la panadería tradicional. 

Su padre, quien aún resguarda un poco de esperanza para que el caso de su hija alcance justicia, intenta aportar al mundo sus conocimientos, sus instrumentos y la música.

El laudero recuerda que su hija siempre fue una niña cariñosa y con talento para cantar. Viridiana es madre y antes de su detención ilegal dedicaba su vida a cuidar de su hijo más pequeño, quien tiene leucemia, y que en el día de su detención estaba hospitalizado.

El caso de Viri caso llegó al Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria del Alto Comisionado junto al de ocho mujeres, entre quienes también se encuentra Verónica Razo, en 2017.

Incluso, el Grupo de Relatores hizo una recomendación por los delitos que se cometieron en contra de Sánches Guerra; sin embargo, fue hasta noviembre de 2019 cuando un juez dictó su inocencia y la absolvió de cualquier responsabilidad que la imputaron, dado que la única prueba que había en su contra fue una declaración ministerial obtenida bajo tortura. 

Hasta entonces, llevaba nueve años de prisión injusta, en medio de maltratos, torturas y burlas. Y en vez de una reparación del daño, Viridiana recibió otra acusación. 

“Al año de estar recluida me abrieron una nueva carpeta por el delito de secuestro, ahora en otro juzgado y en agravio de otra persona, pero por el mismo delito, entonces cuando gané esta absolutoria no me voy, me quedo por esta otra carpeta”, relató.

Esa carpeta apunta a que en una declaración ministerial dos mujeres, que son hermanas, confiesan que cometieron los delitos que les imputan y señalaron a Viridiana de haber estado en el lugar. 

El 6 de enero de 2022 sentenciaron a Viridiana a 40 años de prisión, y aunque no se quedó de brazos cruzados e interpeló, hasta ahora no hay ninguna resolución a este último recurso legal.

La jueza que hizo la sentencia no consideró el Protocolo de Estambul y utilizó una prueba ilegal. Su argumento fue que no tomó en cuenta estos protocolos, porque no le consta que, tanto Viri como las otras mujeres, fueron víctimas de tortura. Como si el documento no tuviera valor.

Fue así que Viri tuvo una sentencia de 40 años, aunque su coprecesada salió libre dado que se tomó en cuenta la tortura a la que fue sometida en su declaración.

La joven ha metido quejas para pedir apoyo de la Presidencia, de la Suprema Corte de Justicia (SCJN) y de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), pero hasta ahora nadie se ha pronunciado contra resolución de la jueza que mantiene a Viridiana en una prisión preventiva hasta hoy.  

Viri ya no canta, no celebra. Ya no cree en los deseos. Afirma que su defensa se ha quedado corta ante la situación. Alega que se podría meter un desvanecimiento de pruebas con el protocolo de Estambul, con su calidad de víctima, y el de su coprocesada; con eso se desvirtuaría todo, “pero finalmente sigo aquí después de 13 años”, comparte.

“Fuimos detenidas en 2010, todavía el gobierno de Calderón. Sabemos que fue en ese gobierno donde las cárceles se llenaron cuando estaba Gerardo García Luna. Sabemos, aquí entre nosotras, que la misma Policía Federal secuestraba y desaparecía a la gente, fue justo cuando se puso de moda en México el delito de delincuencia organizada y agarraban a toda esa gente y la hacían pasar por todo el terror para al final obtener lo que querían. Y hoy en día se han demostrado que somos nosotras las víctimas de ese gobierno”, concluyó Viri en la entrevista.

FOTO: PIXABAY
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